Rafael Fernando Navarro
Pequeñito. Como un nardo andaluz. Giraldilla abreviada de caderas sureñas. Clavel morenito como un camborio lorquiano. Javier se llama. Mesías. Salvador. Inmaculada la sangre. Concepción inmaculada. Fiesta limpia de genes salvadores. Nació Javier del vientre de la alegría. Sanitariamente puro, de hospitales sin mezcla de güemes y aguirres privatizadores. Verde y blanca la cuna del mesías pequeñito.
Javier se acercó a la vida. Abel fraternal por dentro. Buscando al hermano Andrés, sediento de sangre nueva, buscador de venas amigas. Sangre ajardinada para que a Andrés le crezca su humanidad mendiga. Hasta que pueda capitalizar los hematíes, hasta que le crezcan glóbulos en los campos anchos de su vida.
Se lo anunciaron a Andrés gabrieles de plumas blancas: ha nacido el mesías y le pondrás por nombre Javier. El es tu salvador. Lo ha parido la ciencia en el vientre moreno de tu madre, con padre camionero, manos hipotecadas de canteras. Los salvadores siempre nacen en belenes pobres, en vientres pobres, en camiones de letras impagadas.
"El nacimiento de una persona ha venido acompañado de la destrucción de otras, sus propios hermanos" Eres “el resultado de una práctica horrenda e inaceptable” Lo han dicho los Obispos. Ellos no te quieren. Te han llamado destructor. Les ha costado encontrar la palabra. Les brotaba el término asesino, fratricida, caín. Pero ellos, tan acostumbrados a frases farisaicas, encubridoras de oscuras intenciones, te llaman sólo destructor. Son más amigos del dolor y la muerte. Proclaman la resurrección de Cristo, pero están anclados, necesitados, enamorados del viernes santo. Madre dolorosa, ruega por nosotros. La amargura es un rictus de salvación. La misa, el santo sacrificio. Tienen una semana dedicada a enaltecer el sufrimiento. La penitencia es la única reinserción del pecador. Los mártires son válidos porque padecen. Jesús salva por la cruz. La alegría es una prostituta de muslos pecadores.
La Iglesia ha tenido siempre miedo a la ciencia. Ha recelado siempre de los avances del conocimiento. No son conscientes de que un Dios erigido sobre la ignorancia, necesitado de la penumbra intelectual, se convierte en una existencia devaluada, carente de sentido, válido sólo comercialmente (quien pueda entender que entienda), pobre dios rentable de mercadillo callejero.
No te quieren, Javier, porque vienes abriendo caminos, con futuros alegres bajo el brazo, con esperanzas brotadas, con mañanas de promesas. No te quieren los Obispos. Te insultan porque ignoran el gozo de un rosal. No importa. Prefieren jugar a la tristeza, a oscuros corazones en penumbra, a vírgenes grises, infecundas.
Nos ha traído una estrella hasta tu portal entrañable. Madre morena. Padre camionero. Aquí estamos los que hacemos del camino una provisionalidad constructiva. Algunos a punto de marcharnos por el túnel oscuro de la muerte, mientras Andrés disfruta despacito el pan caliente de la vida.
Rafael Fernando Navarro
marpalabra.blogspot.com
Comentarios y FORO...
Pequeñito. Como un nardo andaluz. Giraldilla abreviada de caderas sureñas. Clavel morenito como un camborio lorquiano. Javier se llama. Mesías. Salvador. Inmaculada la sangre. Concepción inmaculada. Fiesta limpia de genes salvadores. Nació Javier del vientre de la alegría. Sanitariamente puro, de hospitales sin mezcla de güemes y aguirres privatizadores. Verde y blanca la cuna del mesías pequeñito.
Javier se acercó a la vida. Abel fraternal por dentro. Buscando al hermano Andrés, sediento de sangre nueva, buscador de venas amigas. Sangre ajardinada para que a Andrés le crezca su humanidad mendiga. Hasta que pueda capitalizar los hematíes, hasta que le crezcan glóbulos en los campos anchos de su vida.
Se lo anunciaron a Andrés gabrieles de plumas blancas: ha nacido el mesías y le pondrás por nombre Javier. El es tu salvador. Lo ha parido la ciencia en el vientre moreno de tu madre, con padre camionero, manos hipotecadas de canteras. Los salvadores siempre nacen en belenes pobres, en vientres pobres, en camiones de letras impagadas.
"El nacimiento de una persona ha venido acompañado de la destrucción de otras, sus propios hermanos" Eres “el resultado de una práctica horrenda e inaceptable” Lo han dicho los Obispos. Ellos no te quieren. Te han llamado destructor. Les ha costado encontrar la palabra. Les brotaba el término asesino, fratricida, caín. Pero ellos, tan acostumbrados a frases farisaicas, encubridoras de oscuras intenciones, te llaman sólo destructor. Son más amigos del dolor y la muerte. Proclaman la resurrección de Cristo, pero están anclados, necesitados, enamorados del viernes santo. Madre dolorosa, ruega por nosotros. La amargura es un rictus de salvación. La misa, el santo sacrificio. Tienen una semana dedicada a enaltecer el sufrimiento. La penitencia es la única reinserción del pecador. Los mártires son válidos porque padecen. Jesús salva por la cruz. La alegría es una prostituta de muslos pecadores.
La Iglesia ha tenido siempre miedo a la ciencia. Ha recelado siempre de los avances del conocimiento. No son conscientes de que un Dios erigido sobre la ignorancia, necesitado de la penumbra intelectual, se convierte en una existencia devaluada, carente de sentido, válido sólo comercialmente (quien pueda entender que entienda), pobre dios rentable de mercadillo callejero.
No te quieren, Javier, porque vienes abriendo caminos, con futuros alegres bajo el brazo, con esperanzas brotadas, con mañanas de promesas. No te quieren los Obispos. Te insultan porque ignoran el gozo de un rosal. No importa. Prefieren jugar a la tristeza, a oscuros corazones en penumbra, a vírgenes grises, infecundas.
Nos ha traído una estrella hasta tu portal entrañable. Madre morena. Padre camionero. Aquí estamos los que hacemos del camino una provisionalidad constructiva. Algunos a punto de marcharnos por el túnel oscuro de la muerte, mientras Andrés disfruta despacito el pan caliente de la vida.
Rafael Fernando Navarro
marpalabra.blogspot.com
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