sábado, 31 de enero de 2009

La cosmología de la dominación en crisis

Hay un inmenso sufrimiento en todos los estratos sociales, sean ricos o pobres, producido por la actual crisis económico-financiera. Más que el asombro es el sufrimiento el que nos hace pensar. Es el momento de ir más allá del aspecto económico-financiero de la crisis y descender hasta los fundamentos que la provocaron. De no hacerlo así, las causas de la crisis seguirán produciendo crisis cada vez más dramáticas hasta que se conviertan en tragedias de dimensiones planetarias.

Lo que subyace bajo la actual crisis es la ruptura de la cosmología clásica que perduró durante siglos pero que ya no explica las transformaciones ocurridas en la humanidad y en el planeta Tierra. Esa cosmología surgió hace por lo menos cinco mil años, cuando empezaron a construirse los grandes imperios, ganó fuerza con el Iluminismo y culminó con el proyecto contemporáneo de la tecnociencia. Partía de una visión mecanicista y antropocéntrica del universo. Las cosas están ahí las unas al lado de las otras, sin conexión entre sí, regidas por leyes mecánicas. No poseen valor intrínseco, sólo valen en la medida en que se ordenan al uso humano. El ser humano se sitúa fuera y encima de la naturaleza, como su dueño y señor que puede disponer de ella a su gusto. Esa cosmología partía de un falso presupuesto: que podía producir y consumir de forma ilimitada dentro de un planeta limitado, que esta abstracción ficticia llamada dinero representaba el valor mayor y que la competición y la búsqueda del interés individual producirían el bienestar general. Es la cosmología de la dominación.

Esta cosmología llevó la crisis al ámbito de la ecología, de la política, de la ética y ahora de la economía. Las ecofeministas nos hicieron notar la estrecha conexión existente entre antropocentrismo y patriarcalismo, el cual ejerce violencia sobre las mujeres y la naturaleza desde el neolítico.

Felizmente, a partir de mediados del siglo pasado, proveniente de varias ciencias de la Tierra, especialmente de la teoría de la evolución ampliada, se está imponiendo una nueva cosmología, más prometedora y con virtualidades capaces de contribuir a superar la crisis de forma creativa. En vez de un cosmos fragmentado, compuesto de una suma de seres inertes y desconectados, la nueva cosmología ve el universo como el conjunto de sujetos relacionales, todos inter-retro-conectados. Espacio, tiempo, energía, información y materia son dimensiones de un único gran Todo. Incluso los átomos, más que partículas, son entendidos como ondas y cuerdas en permanente vibración. Antes que una máquina, el cosmos, incluyendo la Tierra, se muestra como un organismo vivo que se autorregula, se adapta, evoluciona y eventualmente, en situación de crisis, da saltos buscando un nuevo equilibrio.

La Tierra, según renombrados cosmólogos y biólogos, es un planeta vivo –Gaia– que articula lo físico, lo químico, lo biológico de tal forma que el resultado es siempre favorable a vida. Todos sus elementos están dosificados de una forma muy sutil como solo un organismo vivo puede hacerlo. Solamente a partir de los últimos decenios, y ahora de manera inequívoca, da señales de estrés y de pérdida de sostenibilidad. Tanto el universo como la Tierra se muestran guiados por un propósito que se revela por la emergencia de órdenes cada vez más complejas y conscientes. Nosotros mismos somos la parte consciente e inteligente del universo y de la Tierra. Por el hecho de ser portadores de estas capacidades, podemos enfrentarnos a las crisis, detectar el agotamiento de ciertos hábitos culturales (paradigmas) e inventar nuevas formas de ser humanos, de producir, consumir y convivir. Es la cosmología de la transformación, expresión de la nueva era, la era ecozoica.

Necesitamos abrirnos a esta nueva cosmología y creer que aquellas energías (expresión de la suprema Energía) que están generando el universo desde hace más de trece mil años están también actuando en la presente crisis económico-financiera. Ellas ciertamente van a forzarnos a un salto de calidad rumbo a otro modelo de producción y de consumo, que efectivamente nos salvaría, pues sería más conforme a la lógica de la vida, a los ciclos de Gaia y a las necesidades humanas.


Leonardo Boff
http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=313

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viernes, 30 de enero de 2009

El ateísmo

Luis Treviño entrevistado por Patricia Rodón (*)

En diciembre de 2008 el respetado antropólogo y docente [Luis Treviño] presentó el volumen El ateísmo. A partir de las sagradas escrituras de las religiones reveladas. Se trata del primer ensayo publicado en Mendoza en formato libro dedicado a este tema, de ahí que muchos entusiastas subrayaran esta edición como un "momento bisagra" en la historia del pensamiento local.

Dedicado al padre Jorge Contreras y publicado por editorial Diógenes, el abordaje de Triviño repasa el pensamiento que articula y estructura al judaísmo, al cristianismo, al islamismo y al mormonismo, sin olvidar los textos ni las ideas que emergen del Popol Vuh y del Bagavad Gita.

Este rico desarrollo está precedido por un testimonio personal, en el que el ex rector de la UNCuyo (Universidad Nacional de Cuyo) y actual rector organizador de la Universidad Cooperativa de General Alvear, da cuenta de su paulatino pero irreversible paso de la fe dogmática a la incredulidad crítica.

En diálogo con MDZ (Diario Digital de Mendoza) explica las causas de la necesidad de creer en algo "superior", critica francamente las debilidades conceptuales del pensamiento religioso y desarrolla los puntos relevantes de su tesis.

¿Qué lo impulsó a escribir un ensayo sobre este tema?

Me quedé con mucha bronca. Veo que es una especie de burla al ser humano no solamente no solo por los dogmas sino por las justificaciones que dan al momento de discutir el tema. Pongo un ejemplo concreto: cuando se ponen en duda la virginidad de la Virgen María, antes, durante y después del parto, la explicación que suelen dar es que como la luz que atraviesa un vidrio. Es una metáfora, pero es una metáfora que da la impresión de que a uno lo están tomando el pelo. La creencia religiosa no solamente para mí es motivo de crítica a un tipo de pensamiento que distorsiona la realidad, orientado hacia cosas inexistentes, sino que insisto en que me irrita la tomada de pelo que son las explicaciones.

¿Trabajó mucho tiempo en el libro?

Lo tenía conversado con muchos amigos, inclusive religiosos, y fui juntando material, estudiando material de diversas religiones, fui directamente a las fuentes de las que se consideran religiones reveladas. Y lo escribí. La motivación fue el poner en consideración del lector un abordaje crítico del pensamiento religioso.

Y aclaro, que la amistad que me unió al padre Jorge Contreras fue muy estrecha, trabajamos juntos en infinidad de lados sabiendo las diferencias ideológicas que teníamos. Por eso se lo dedico. No sólo hablé con él sino con otros amigos de otras confesiones religiosas y ni intención no es herir al creyente. Yo apunto al pensamiento religioso sostenido por las enormes estructuras organizacionales que tienen todas las religiones, que responden a una organización autoritaria, que cuando no tiene frenos se transforma en un autoritarismo durísimo. Como le pasa al catolicismo. Hoy no tiene Inquisición ni condena a herejes porque no puede pero cuando pudo hacerlo, lo hizo.

¿Cómo define al pensamiento religioso?

Como distorsionante de la realidad, es un instrumento de doble dominio: de dominio social a nivel de estructuras políticas y de dominio individual sobre la conciencia de cada ser humano que adopta una postura religiosa. Es un pensamiento limitativo que impide seguir indagando. Que impide conocer. He tenido la oportunidad de charlar con varios jóvenes y les he hecho el siguiente planteo: el origen del universo lo conocemos científicamente pero siempre hay algo más allá del Big Bang y miles de científicos y astrofísicos están dedicados a este tema. ¿Qué hay detrás del Big Bang? Hay dos posibilidades: primero, si está dios se acabó la investigación; segundo, si estamos liberados de una perspectiva sobrenatural, se sigue investigando. El pensamiento religioso tiene un enorme carácter restrictivo, limitativo.

Las religiones, entendidas como estructuras de dominio, fueron creadas por nosotros, los seres humanos. ¿A qué se debe la necesidad de tener algo en qué creer?

El pensamiento religioso no nace porque sí. La sociología y antropología religiosas intentan explicar porqué el hombre se aferra a esas creencias sobrenaturales y las explicaciones son muchas. El hombre ante la desmesura del cosmos, aunque esté acompañado por otros hombres, se siente solo, sin una explicación profunda. Entonces, ante la inexistencia durante siglos de un enfoque como el que ofrece la ciencia desde hace un tiempo, tiende a buscar una protección en el más allá.

Esto es una síntesis de un planteo muy complejo. El hecho de que el ser humano busque una respuesta en lo sobrenatural no implica que esa explicación sea verdadera. Que la soledad cósmica del ser humano, lo lleve a aferrarse a una religión está bien, hay una explicación psicológica también para ello. El pensamiento religioso da consuelo, da una cierta seguridad, pero no es verdadero.

Como sociólogo y antropólogo no discuto la validez de esta necesidad humana, pero sostengo que no es verdad en términos comprobables científicamente. Hay eminentes científicos, entre ellos el descubridor del genoma humano, que tienen una creencia religiosa, pero la separan. En el caso de estos científicos hay que analizar si en su ecuación personal cada uno elabora si hay o no contradicción entre su fe religiosa y la ciencia a la que se dedica. Pero el planteo va más allá: que ellos lo crean es una cuestión pero que demuestren que lo que están planteando es verdad es otro tema.

¿Cómo podría definirse el ateísmo?

En materia religiosa está el escéptico, que es a quien no lo importa si hay religión o no, no le interesa. Después están aquellos que se definen como agnósticos, que plantean que el hombre es incapaz de conocer esa realidad última, si existe o no existe, lo deja pendiente, no se mete más allá.

El ateo dice que tiene la convicción, la certeza de que no hay una realidad sobrenatural, de que no hay una realidad más allá de la materia, más allá del pensamiento humano. Para él no existe. No es que no le interese o sea incapaz de conocer. El ateo afirma que no hay un dios detrás de la realidad. Esta es una posición más definida que las anteriores.

Esto no implica que el ateísmo sea dogmático, simplemente, los ateos procuramos que se nos respete nuestra libertad de pensamiento como a las otras creencias en un estado de derecho. El ateísmo moderno, actual, se plantea el decir que la realidad material es esta que tenemos y la realidad psíquica es un resultado de la vida humana que culmina en un psiquismo que es inteligencia, voluntad, etcétera, sin que haya detrás de eso ningún alma, ser sobrenatural o ningún dios. El ateo tiene la convicción de que no hay nada detrás de la realidad concreta.

¿Cuál es la diferencia entre teísmo laico y ateísmo?

Cuando comenzó la crítica al pensamiento religioso en Occidente desde el propio seno de lo religioso, partiendo de Santo Tomás de Aquino que opuso razón y fe. Al surgir Iluminismo y el racionalismo se critica a fondo el pensamiento religioso y el exponente de esto es Voltaire que era teísta. Todo el racionalismo, Revolución Francesa incluida, era teísta.

El teísmo es laico, sostiene la creencia en un dios no de alguna religión sino más bien a nivel intelectual, conceptual. Decían que desde el momento en que hay un reloj es que hay un relojero. Max Planck decía que para el creyente, dios está principio de su reflexión, mientras que para un científico dios está al final de su reflexión. Son todas formas de mostrar que no se adhieren a ninguna religión en particular pero se mantiene la idea de un ser superior. El dilema es: o nos alejamos de las religiones porque son todas impresentables y canallas y nos quedamos con este dios puro, conceptual, racional o nos volcamos al ateísmo.

Del teísmo surgen dos conjeturas: una, la de un ser supremo que pone en funcionamiento el cosmos y después se hace el desentendido, no da más bolilla. Esto no nos sirve de nada para el conocimiento de la realidad, porque no hay ningún elemento de juicio más allá del decir que lo creó. Y la otra conjetura es que ese ser superior creó el cosmos, los mundos, el hombre y sigue atento a su providencia. Ahora está de moda hablar de diseño inteligente, que prevé las catástrofes cósmicas, los choques de galaxias, los agujeros negros, terremotos, volcanes, hambrunas, y todos los males periféricos, desde la extinción hasta las cadenas tróficas. Un dios que tiene una actitud de este tipo tampoco sirve de nada para explicar la vida ni la muerte. Decir que detrás de eso hay un dios no le agrega ni le quita nada al estudio de la realidad. De modo, que el teísmo laico, tampoco es válido.

¿Cómo se resuelve?

Hay que asumir, con clara conciencia el ateísmo, la idea de que dios no existe. Ante la posibilidad racionalidad y ética de algún lector de que tenga algún resquicio para pensar esta posibilidad. No hay reflexión ética ni filosofía que aguante la realidad como es.+ (PE/Argenpress)


Patricia Rodón (*)

Publicado por Argenpress el 9 de diciembre de 2008.

(*) Patricia Rodón, mendocina, enero de 1961. Licenciada en Letras (UNCuyo). Trabajó en distintos medios, entre ellos Diario UNO, de Mendoza. Poeta, recibió numerosos premios en esta área e integró antologías nacionales e internacionales. Entre su obra poética se encuentran Tango Rock y Estudio Voyeur.

Artículos de referencia “Entre probablemente no y casi no”, Carlos Valle. PreNot 7923 del 090129.


09/01/30 - PreNot 7926
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jueves, 29 de enero de 2009

El cuerpo de la pobreza

Ser en la pobreza, en la desmesura sufriente de un ser entre las sombras de su existencia. En la desmesura absoluta de las pasiones tristes que lo desviven y en la desesperación tan ávida como lejana de la felicidad, un territorio más que utópico, apenas ilusorio.

Ser en la pobreza, en la irracionalidad de una época de pobreza que deviene por fuera del sentido trasmitido como lo vero humano. Ser en la pobreza, con una lógica y en una estrategia para responder a una necesidad urdida en el consumo de la vida, donde la pobreza también se consume como fruto maldito, como vacío descarnado del otro, como certeza del peligro que encarna el otro... en tanto espejo de una existencia sólo posible en el horror.

Ser en la pobreza, ser madera en la hogera sin límites, donde siempre sopla el viento que aviva las llamas pero también alerta a la vida; ser en la pobreza, como si alguien, pese a todo, pudiera sastisfacer un mandato propio de los antiguos dioses, de los héroes sin tiempo...

Ser en la pobreza, cuando la vida y la muerte, en tanto actos del bien y del mal que la corporizan, la vuelven pensable, tangible, fatalmente material. Ser en la pobreza, estar allí, sin otra salida que quemar las naves y decir -entre risas, pánico y desafíos-: ¡vengan por mí, yo ya fui!

Hay un aire que asfixia, un agua que ahoga, una luz que oscurece sin escándalo. Sin que se altere el dictado manifiesto de la ley: pulcro en las formas, corrupto en su génesis, siniestro en su anclaje... Se permite una sospecha de la verdad, sólo en los límites que imponen las estrategias legitimadas por el poder sobre el saber científico: impolutas, objetivas, desapasionadas... sin espacio para involucrarse con la verdad de ese cuerpo que se observa y se investiga mientras el cuerpo se martiriza.

Hay, en definitiva, un mundo de lo real que apesta por sus cuatro costados, una luz de lo impuesto de lo real que oscurece la luz de la vida, sin que la belleza deje de suspirar entre las nubes de un cielo que brilla lejos de esa tierra opacada, privada de amor, en la que apenas acontece el ser de la pobreza, sin más consuelo que una rápida agonía.

Es un espacio cotidiano, ganado por el miedo, paralizado por el terror, acrítico, donde todo se naturaliza con una ligereza que espanta, donde la representación de la vida se confunde con la vida misma, en el espasmo angustiante de la existencia. El dolor del ser en la pobreza será minimizado, o peor aún, encerrado en la categoría de castigo divino, de aprendizaje cruel pero merecido. En cuanto a la humillación que sufre el ser en la pobreza, se provoca un fenómeno de descalificación a partir del propio lenguaje. La palabra se tensa como un látigo para azotar el alma... sin escándalo.

Más allá de escondrijos y urdimbres del pensamiento, se trata de entender que el ser de la pobreza se manifiesta en la realidad social como el ser en el cuerpo (un cuerpo que en armonía bienechora pudo convertirse en la casa del alma...).

He ahí sin tapujos la realidad del ser en la pobreza, aquello que lo constituye y también lo diferencia: su existencia se da en el espacio y en las prácticas de un cuerpo, que lo produce y lo contiene en sí, el cuerpo de la pobreza. Para el ser, puesto allí y sin poder salir de allí, por fuera del cuerpo de la pobreza no habrá existencia. (Por más que lo necesite, aunque su deseo se convierta en plegaria, en blasfemia o en delirio.)

Todavía más: ese cuerpo, humano y no humano, nunca acabado en su martirio y en su aprendizaje, resulta el verdadero ser, la realidad manifiesta de la pobreza en la construcción trágica de la existencia.

Ese cuerpo de la pobreza, ese sujeto sin metáforas ni lenguaje que lo encubran, es un espacio permanente de la contradicción, donde se produce a cara de perro el histórico combate entre la vida y la muerte (que en algún discurso se personifica en Eros y Tánatos, creando y destruyendo, o si se recurre a la música habrá que memorar los acordes de la luz y las tinieblas. ¡Fragor!, ¡Fragor!)

Hay un cuerpo como lluvia de cenizas. Hay un cuerpo material para que la idea de la pobreza desnude su impotencia. El cuerpo del ser en la derrota: el cuerpo del fracaso de la historia como sueño humano. Ese cuerpo excluído de los atributos de su mismidad, porque el reconocimiento del cuerpo del otro se agotó en la práctica de la usura.

Hay un cuerpo que anda por el mundo, sin espacio en el mundo. Sombra y fantasma. Un cuerpo demandado, sometido, ultrajado, amputado, violado, abusado, despreciado, disciplinado, torturado, condenado en el hacer y en el no hacer. (¡Palos por si bogas y palos por si no bogas!)

Ese cuerpo testigo de la vida como agonía de la vida.

Ese cuerpo sujeto de la agonía, ese cuerpo territorio de la agonía, como si fuera todo el cielo y toda la tierra...

Ese cuerpo que narra -minucioso, exasperante...- la historia del propio dolor humano.

Ese cuerpo de la pobreza sirviente de otras vidas que existen a partir de su vida, y al que se le exige (mientras se lo aleja, se lo exilia, se lo niega) la más preciada conducta de vida en el vivir de otra vida, privilegiada como única y elegida vida, desde el bien de la razón y el bien del corazón. O sea: un espacio de representación, unas reglas de acción legitimadas por sí y en sí, que rechazan drásticamente todo lo que huela a cuestionamiento, a simple diferencias en el saber y en los sentimientos, ni siquiera se podrá imaginar por fuera de lo imaginado sin que ocurra el castigo.

El cuerpo de la pobreza ha sido puesto fuera del tiempo. Ha sido puesto fuera de sí. Es un acontecimiento sin especificidad ni distinción. Amorfo y eterno.

Ese cuerpo de hombre, de niño... Ese cuerpo de mujer irrepetible pasará a ser una ola en el mar, un cuerpo en el sinfín de los cuerpos, en el agotamiento de la pobreza.

Un cuerpo de mujer, maldito y malnacido, objeto de la ira de cualquier dios que se precie, pasto donde come el Maligno, cama donde fornican todos los demonios de la tierra y del infierno.

Ese cuerpo de la mujer de la pobreza, primero violado en la impunidad de la cultura y después despreciado y penado si no acepta los efectos secundarios de “la susodicha violación según la boca de la dicente”, que “aquí fecha la denuncia sin aportar mayores pruebas”, más que “su ropa desgarrada, moretones fuertes en la cara y varias cuchilladas en el cuerpo de la susodicha”...

Ese cuerpo, esa pobreza, esa mujer (y ahora se habla de la figura de Madre y el cuestionamiento de las conductas puestas fuera del imaginario representativo -¡Oh, Mater amantísima!-), que se deberá juzgar, castigar, demonizar, desde la Ley, la religión y la moral, cuando somete su cuerpo sometido a un nuevo sometimiento.

Trastocada la realidad desde su representación cultural la violada violará y la víctima es victimaria; todas las fuerzas del mundo caen sobre el cuerpo de la pobreza, si vende o si alquila su cuerpo, o lo permuta (sea en una parte o en el todo, sea el vientre o la vagina, por hora, por días, hasta que la muerte separe su cuerpo, o hasta la mismísima eternidad), si castiga su cuerpo, si entrega a la muerte su cuerpo o los frutos de su cuerpo...

El cuerpo de la pobreza será el horror -y el alma de ese cuerpo también será penada, por el peor pecado cometido con horror-, si abortó a su hijo aún en el trance del crimen que sufrió, si abandona a su hijo en el terror de la pobreza que la invalida, si lo vende o lo alquila por dinero o por desesperación... Así también se prolongará el horror si se aprovecha del humilde, del frágil fruto de ese vientre y lo obliga a trabajar, a mendigar, a robar, a dejarse violar y quedarse con las migajas en el tan provechoso, como protegido, comercio de la prostitución... O si grita o llora a más no poder por ese hijo que pierde el cuerpo de la pobreza, la mujer de la pobreza más pobre, en el medio de una noche sin belleza, ni piedad, ni olvido, esa noche que siempre será la noche... Sin escándalo.

El que pregunta ya sabe. El que calla también sabe.

¿Quién se arroga lanzar la primera piedra?

O mejor: ¿quién se arrima al cuerpo de la pobreza para destruir, junto a él, la pobreza que vive para que viva la riqueza, esa riqueza que sólo vive en la riqueza, viviendo de la pobreza, así como el mal vive en el mal y la muerte en la muerte, así como el mal y la muerte existen en la riqueza...?

Hemos vivido y ahora podemos preguntar:

¿Quién habla del amor desde el desamor...?

¿Quién exige lo justo al que fue obligado a sobrevivir en la perpetuidad de lo injusto?

¿Quién trasciende la agonía cuando la soledad llama a la soledad?

¿Cómo pedir palabras al sufriente en su lengua cortada, decisión crítica al que fue saqueado hasta en su conciencia y obligado a bajar la cabeza hasta que sus ojos se confunden con el suelo?

¿Gestos de piedad a quien fue llevado a las rastras al matadero, como si allí lo esperara la pira de la bendición?

¿Qué fue de la dicha? ¿Cómo se perdió la inocencia prometida? ¿Acaso nuestra alma daba para más...?

Las nubes... Las nubes... Esas nubes que mueven el cielo sin glorias...


Vicente Zito Lema
www.pelotadetrapo.org.ar

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miércoles, 28 de enero de 2009

El asesinato de los jesuitas en El Salvador


La Audiencia Nacional investigará la muerte de seis jesuitas y dos mujeres, todos ellos asesinados en el campus de la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador. El hecho ocurrió en la madrugada del 16 de noviembre de 1989. De los seis jesuitas asesinados, cinco eran españoles, entre ellos el rector de la Universidad, Ignacio Ellacuría. Un año antes, en 1988, al profesor Juan A. Estrada y a mí nos prohibieron seguir enseñando en la Facultad de Teología de Granada. La prohibición vino de Roma y se nos comunicó de palabra, sin que mediara proceso ni documento alguno. Es más, sin que se nos haya dicho por qué se tomó aquella decisión. El hecho es que, cuando la UCA se vio privada de cinco de sus profesores, pidió ayuda a los jesuitas de España. Yo ofrecí mi colaboración, que fue aceptada. La UCA no depende de la Santa Sede, ni por tanto está sometida al control directo del Vaticano. Durante 16 años he compartido mi tiempo entre Granada y San Salvador. Lo que me ha proporcionado conocer y vivir de cerca por qué mataron a los jesuitas, quiénes fueron los ejecutores y responsables de aquella masacre y las consecuencias que se han seguido después.

Cuando en 1992 se firmaron los acuerdos de paz, promovidos y controlados por la ONU, se acordó que una “Comisión de la Verdad” investigara y depurara responsabilidades de los doce años de guerra civil que había sufrido El Salvador. Esta investigación dejó en claro que la decisión de asesinar a los jesuitas se tomó el 15 de noviembre de 1989, en el Estado Mayor, con la autorización del coronel Ponce, ministro de defensa, La ejecución fue encargada al comandante Benavides, bajo la organización del mayor Camilo Hernández, y ejecutada por una unidad del batallón Atlacatl. Como es lógico, una decisión de esta envergadura se debió tomar con conocimiento del presidente Cristiani y con la anuencia de la embajada de Estados Unidos. Yo tuve en mis manos un informe de más de cien folios sobre la masacre, que la embajada americana entregó al superior provincial de los jesuitas en Centroamérica, José María Tojeira. Si no lo hubiera visto, nunca lo habría creído. En aquel montón enorme de papeles, había páginas enteras tachadas, señal evidente de que la embajada tenía mucho que ocultar en el asunto. Los documentos desclasificados después, por influencia del congresista Joe Moakley, reconocen que los funcionarios y la CIA debían haber estado “sordos, mudos y ciegos” para no haber resuelto el caso de los jesuitas, “y esto dicho con cierta benevolencia” (J. Morley, en “The Washington Post”, 18.VII.1993). Ya en octubre de 1983, un “Documento informativo sobre el terrorismo de derecha en El Salvador”, preparado por la CIA y funcionarios del Departamento de Estado, afirmaba que el coronel Ponce “apoya las actividades de los escuadrones de la muerte de ARENA y él mismo era miembro del escuadrón paramilitar de la Policía Nacional”, según informa el documentado estudio de T. Whitfield (“Pagando el precio”, p. 680-681). El partido ARENA, fundado por R. D’Aubuisson, que organizó el asesinato de Mons. Romero, sigue todavía gobernando en El Salvador.

¿Por qué mataron a los jesuitas de la UCA? El Salvador es más pequeño que la provincia de Badajoz. En un espacio tan limitado, viven más de cinco millones de personas. Y un millón más que hay de inmigrantes en Estados Unidos. En la década de los 80, cuando la guerra civil, el país entero era propiedad de 14 familias (sic), que se habían adueñado de las tierras mediante atropellos a los derechos más básicos de los campesinos y trabajadores. Inevitablemente se organizó la resistencia. Y se produjo la confrontación entre ARENA y el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Los jesuitas no eran comunistas. Lo que ellos pretendieron, a toda costa, fue el diálogo entre las partes enfrentadas. Pero eso justamente es lo que no toleraba la derecha intransigente de ARENA. Su ley era la ley del más fuerte. Por eso mataron al jesuita Rutilio Grande, luego a Mons. Romero, a Ellacuría y los otros jesuitas de la UCA, a varias religiosas norteamericanas, y sobre todo a miles de campesinos que no querían nada más que defender sus derechos más elementales.

En 1992 se firmaron los acuerdos de paz. Pero ARENA siguió y sigue en el poder. Ahora, los dueños del país son 21 familias multimillonarias. En el Salvador hay mucho dinero. No hace mucho escuche, en un canal salvadoreño de TV, que de los 15 Bancos más potentes de Centroamérica, 9 están en el país más pequeño. La consecuencia de este estado de cosas es que la violencia, en aquel país, es ahora más brutal que durante la guerra civil. Ya resulta imposible saber el número de muertos, desaparecidos, secuestrados, violaciones, robos. Las “maras” (bandas de delincuentes profesionales perfectamente organizadas) se han repartido las ciudades y barrios en los que cada una ejerce la violencia más brutal. El narcotráfico campa a sus anchas. Y la policía, unas veces por miedo y con frecuencia por complicidad con los narcotraficantes, es ineficaz para controlar la situación. La raíz de tanta violencia está, sin duda alguna, en la descomposición del tejido social. Bastante más del 50 % de las familias son lo que los sociólogos llaman familias “desestructuradas”. Por ejemplo, es frecuente encontrar chiquillos que no saben quién es su padre. Como es significativo el hecho de que las abuelas sean las que están garantizando la seguridad y el cuidado de miles de niños. Así las cosas, la tarea más urgente en aquel país es, sin duda alguna, la educación. Toda la solidaridad que se oriente en esa dirección se quedará corta. Lo sé por propia experiencia, después de quince años trabajando con una “comunidad de desarrollo vecinal” en la que 42 familias, unidas y bien organizadas, están dando frutos que no podíamos ni imaginar. Como dijo el actual rector de la UCA, J. M. Tojeira, “los muertos con espíritu van venciendo gradualmente a quienes los asesinaron”.

José M. Castillo

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Aniversario

Hace 50 años Juan XXIII convocaba Vaticano II.

El 25 de enero de 1959 Juan XXIII convoca la realización de un nuevo Concilio. Nadie lo esperaba. Solo tres meses antes había sido consagrado Papa. Tenía 77 años, lejos de la edad juvenil sobre la cual se afirma que es cuando se toman las decisiones más aventureras.

Vaticano II, como se llamará el Concilio, revoluciona el catolicismo romano, las iglesias protestantes, modifica el tablero ecuménico y las coordenadas de las relaciones entre ICR y sociedad y abre las puertas y ventanas para que entre aire fresco al recinto eclesial del Vaticano y de paso a otras iglesias que estaban anquilosándose.

El Papa de transición, que aún conservaba los olores y costumbres de su origen campesino, revoluciona el ambiente de su tiempo con lo que él mismo catalogó como “un Nuevo Pentecostés" Tenía razón. La convocatoria no era para defender alguna doctrina en especial, condenar herejes, preparar una nueva inquisición, sino para abrir los corazones al diálogo, las mentes a las disquisiciones y el cuerpo al compromiso.

Navegante de navegantes, el Juan vigésimo tres sabía que el barco que comandaba estaba demasiado cargado con el peso de lo institucional, las trincheras defensivas, el hábito condenatorio, el corazón y el pensamiento centrado en Europa y los muros de la centralidad romana.

Sabía que con esa mercancía el barco no podía navegar en el mundo que se abría a rutas insospechadas y a vientos inesperados. Hacía falta una renovación a fondo con una verdadera conversión dirigencial.

Biblia, catequesis, liturgia, doctrina, acción directa, misión. Todo debía ser revisado con puntos de partida más evangélicos, más humanos, más cercanos al caminar de Aquel que anduvo por los caminos de Galilea, Jerusalén, que muere fuera de la ciudad y que Resucita para seguir participando en la lucha de los hombres y mujeres de “buena voluntad”, hacia quien el Papa Bueno dice que también es el Vaticano II.

En febrero del 59 comienza la preparación del Nuevo Concilio. En los inicios del 60 ya se percibía que la jerarquía católica romana no era de la onda del Papa. La higuera no estaba dispuesta a dar frutos aptos para la necesidad humana. En el Vaticano se preparan documentos que estaban lejos de las indicaciones papales. Se refuerzan las trincheras. Se solidifican los muros.

.El 11 de octubre de 1962 2.500 obispos estaban en la Plaza San Pedro para la inauguración del Concilio. Las campanas repican. La gente se entusiasma por la renovación de la iglesia. Es el inicio de una nueva época. En medio de ese escenario están los supuestos grandes jerarcas que esperan frenar la iniciativa. Afirman que luego del Concilio, los obispos volverán a sus diócesis y que todo seguirá igual. En ese tiempo nadie sospechaba que un tal Ratzinger podría sentarse en el sillón papal.

El Papa Sencillo vuelve a sorprender en su presentación de Vaticano II. Bonachón apela a la alegría del Espíritu para desechar temores, exhorta a la aventura de la fe, denuncia a los falsos profetas del discurso plagado de desdichas, los “que prevén constantemente la desgracia, como si el mundo estuviera a punto de perecer”. No hay que repetir lo anterior, sino superar veinte siglos de cristianismo. Con osadía proclama "Preocupémonos por lo que une, y dejemos aparte, lo que nos divide" Incluye la “caricia a los niños”

El 8 de diciembre de 1962 fue la última vez que Juan XXII habló en el Concilio. Pudo contabilizar algunos éxitos. Estaban en la retina de sus ojos y en lo hondo de su corazón cuando murió el 3 de junio de 1963, vaya, lunes de Pentecostés. Episodio aún abierto en cuanto a si lo envenenaron o no.

Hay consenso en diez palabras claves de Vaticano II. Aggiornamiento, Colegialidad; Diálogo; Comunión; Libertad Religiosa; Liturgia; Ecumenismo; Palabra de Dios (Biblia); Pueblo de Dios; Presencia (de la Iglesia ante Dios y los hombres y mujeres).

La diferencia entre el propósito original de Juan XXIII y quienes lo apoyaron, sobre el contenido de esos términos y su realidad actual, la marca la opinión de quienes aún mantienen su esperanza en Vaticano II. Dicen que la iglesia no estaba preparada para ese acontecimiento. Que el proceso sigue pues aún no está asimilado. Opinión aceptada. Sin embargo, muy limitada, teñida de la tristeza del fracaso.

Aquel 25 de enero de 1959, el de los 50 años de la convocatoria de Juan XIII a un nuevo Concilio, fue recordado por el actual Papa, B XVI. El 24 de enero de 2009 publicó el decreto por medio del cual se levanta la ex comunión de cuatro obispos consagrados por Mss. Marcel Lefebvre, acérrimo enemigo de Vaticano II.+ (PE)


Domingo Riorda
09/01/28 - PreNot 7922
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La Iglesia y la represión franquista

La tragedia de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura de Franco se ha convertido en las últimas semanas en el eje de un debate social, político y judicial. Con ese recuerdo, ha revivido de nuevo ante nosotros el pasado más oculto y reprimido. Algunos se enteran ahora con estupor de acontecimientos que los historiadores ya habían documentado.

Otros, casi siempre los que menos saben o a los que más incomodidad les produce esos relatos, dicen estar cansados de tanta historia y memoria de guerra y dictadura. Es un pasado que vuelve con diferentes significados, lo actualizan los herederos de las víctimas y de sus verdugos. Y como opinar es libre y la ignorancia no ocupa lugar, muchos han acudido a las deformaciones para hacer frente a la barbarie que se despliega ante sus ojos.

En realidad, por mucho que se quiera culpabilizar a la República o repartir crueldades de la Guerra Civil , el conflicto entre las diferentes memorias, representaciones y olvidos no viene de ahí, de los violentos años treinta, un mito explicativo que puede desmontarse, sino de la trivialización que se hace de la dictadura de Franco, uno de los regímenes más criminales y a la vez más bendecidos que ha conocido la historia del siglo XX.

Lo que hizo la Iglesia católica en ese pasado y lo que dice sobre él en el presente refleja perfectamente esa tensión entre la historia y el falseamiento de los hechos. "La sangre de los mártires es el mejor antídoto contra la anemia de la fe", declaró hace apenas un mes Juan Antonio Martínez Camino, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, en el fragor del debate sobre las diligencias abiertas por el juez Garzón acerca de la represión franquista. "A veces es necesario saber olvidar", afirma ahora Antonio María Rouco. Es decir, a la Iglesia católica le gusta recordar lo mucho que perdió y sufrió durante la República y la Guerra Civil, pero si se trata de informar e investigar sobre los otros muertos, sobre la otra violencia, aquella que el clero no dudó en bendecir y legitimar, entonces se están abriendo "viejas heridas" y ya se sabe quiénes son los responsables.

Franco y la Iglesia ganaron juntos la guerra y juntos gestionaron la paz, una paz a su gusto, con las fuerzas represivas del Estado dando fuerte a los cautivos y desarmados rojos, mientras los obispos y clérigos supervisaban los valores morales y educaban a las masas en los principios del dogma católico. Hubo en esos largos años tragedia y comedia. La tragedia de decenas de miles de españoles fusilados, presos, humillados.

Y la comedia del clero paseando a Franco bajo palio y dejando para la posteridad un rosario interminable de loas y adhesiones incondicionales a su dictadura.

Lo que hemos documentado varios historiadores en los últimos años va más allá del análisis del intercambio de favores y beneficios entre la Iglesia y la dictadura de Franco y prueba la implicación de la Iglesia católica -jerarquía, clero y católicos de a pie- en la violencia de los vencedores sobre los vencidos. Ahí estuvieron siempre en primera línea, en los años más duros y sangrientos, hasta que las cosas comenzaron a cambiar en la década de los sesenta, para proporcionar el cuerpo doctrinal y legitimador a la masacre, para ayudar a la gente a llevar mejor las penas, para controlar la educación, para perpetuar la miseria de todos esos pobres rojos y ateos que se habían atrevido a desafiar el orden social y abandonar la religión.

La maquinaria legal represiva franquista, activada con la Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939 y la Causa General de abril de 1940, convirtió a los curas en investigadores del pasado ideológico y político de los ciudadanos, en colaboradores del aparato judicial. Con sus informes, aprobaron el exterminio legal organizado por los vencedores en la posguerra y se involucraron hasta la médula en la red de sentimientos de venganza, envidias, odios y enemistades que envolvían la vida cotidiana de la sociedad española.

La Iglesia no quiso saber nada de las palizas, tortura y muerte en las cárceles franquistas. Los capellanes de prisiones, un cuerpo que había sido disuelto por la República y reestablecido por Franco, impusieron la moral católica, obediencia y sumisión a los condenados a muerte o a largos años de reclusión. Fueron poderosos dentro y fuera de las cárceles. El poder que les daba la ley, la sotana y la capacidad de decidir, con criterios religiosos, quiénes debían purgar sus pecados y vivir de rodillas.

Todas esas historias, las de los asesinados y desaparecidos, las de las mujeres presas, las de sus niños arrebatados antes de ser fusiladas, robados o ingresados bajo tutela en centros de asistencia y escuelas religiosas, reaparecen ahora con los autos del juez Garzón, después de haber sido descubiertas e investigadas desde hace años por historiadores y periodistas. Quienes las sufrieron merecen una reparación y la sociedad democrática española debe enfrentarse a ese pasado, como han hecho en otros países. La Iglesia podría ponerse al frente de esa exigencia de reparación y de justicia retributiva. Si no, las voces del pasado siempre le recordarán su papel de verdugo. Aunque ella sólo quiera recordar a sus mártires.

Julián Casanova
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.
El País, 26 noviembre 2006.
www.elpais.com/

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martes, 27 de enero de 2009

El cardenal Antonio Cañizares: "Si España dejase de ser católica, dejaría de ser España"

El cardenal Antonio Cañizares, nuevo prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha asegurado que "si España dejase de ser católica, dejaría de ser España", en unas declaraciones publicadas este martes por el diario oficial de la Santa Sede, L'Osservatore Romano.

En la entrevista, concedida al escritor español Juan Manuel de Prada, Cañizares, ahora en El Vaticano, recuerda su paso por Toledo como arzobispo: "desde Toledo se ve cómo toda la historia de España posterior es, como dice Julián Marías, un intento de recuperar la España perdida".

Según el cardenal, "España se construye precisamente desde la fe católica; pues, aunque habían coexistido estructuras políticas diversas, la identidad española estaba marcada por lo eclesiástico, por la vinculación a la sede de Pedro".

Y se refiere a la "figura imponente de la reina Isabel", que cuando iba a Toledo se alojaba en la catedral, y "siempre que bajaba desde Castilla hasta Andalucía pasaba por Guadalupe; allí es donde autoriza el viaje de Colón, con la condición de que las tierras que descubra sean evangelizadas".

"Así se inicia la mayor empresa de toda la historia de España, que es la evangelización de América y, consiguientemente, la creación de una nueva humanidad que, sin negar lo bueno y grande que pudiese haber en aquellas civilizaciones indígenas, las abriría al horizonte de la redención", señala monseñor Cañizares.

Por ello, el ex arzobispo de Toledo considera que "desde Toledo se entiende muy bien que, si España dejase de ser católica, dejaría de ser España".

El papel de la Iglesia, "fundamental"

En cuanto a la situación de España y la perspectiva que puede tener de lo que ocurre en Occidente, monseñor Cañizares responde: "España está embarcada -con unas connotaciones muy propias-, en la cultura que hoy domina Occidente, plasmada en unas nuevas disposiciones jurídicas que tratan de remodelar el sentido originario de la naturaleza humana, de la familia, de los derechos humanos, etcétera".

"El papel que en estos momentos la Iglesia en España debe jugar es fundamental", apostilla Cañizares, para quien esto "no significa que la Iglesia española deba actuar al contraataque de nada, ni reaccionar con miedo ante nada".

"La mayor empresa de toda la historia de España, que es la evangelización de América"

"Sencillamente -prosigue- ha de presentar al hombre de nuestro tiempo la tradición heredada, que no es una tradición muerta, sino motor para llevar a cabo las grandes gestas humanas que nos han constituido a los españoles".

Para el nuevo prefecto para el Culto Divino en El Vaticano, "España desempeña un papel muy relevante al otro lado del Atlántico", a lo que añade que, durante una conferencia en la Universidad Católica de Chile se dio cuenta de que "allí está pasando lo mismo, porque España es su punto de referencia".

Por ello, el prelado argumenta que la Iglesia en España debe "proponer sin ningún temor su riqueza propia" y afirmar "la verdad de Jesucristo", que no va "contra nadie, sino a favor de todos".

"La Iglesia en España, en esta circunstancia histórica, debe decir con fuerza sí al hombre, sí a la vida, sí al matrimonio entre un hombre y una mujer, sí a la familia, sí a los derechos humanos fundamentales, sí a una solidaridad real y efectiva entre los hombres, sí a una nueva economía, sí a un nuevo orden que se reconozca en Dios", concluye Cañizares.


Público.es
http://www.publico.es/espana/actualidad/194891/espana

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Bush-Vaticano-Obama

Rafael Fernando Navarro

El Presidente Obama va a financiar clínicas de planificación familiar y para ello ha debido dejar sin efecto la legislación promulgada por el santo Bush. La decisión del presidente norteamericano ha decepcionado y desolado profundamente al Vaticano. Obama ha dado órdenes de cierre de Guantánamo, ha prohibido la tortura como método de interrogatorios, ha promulgado normas que alivian la crisis económica, desea que Israelíes y Palestinos lleguen a acuerdos de paz, ha declarado sus intenciones de diálogo con países como Irán, ha decidido terminar cuanto antes con la terrible sangría de Irak. Y todo eso en los pocos días que lleva en el gobierno. Pero al Vaticano sólo le importa la planificación familiar. El sexo ocupa toda la entrepierna intelectual de la jerarquía que concibe la reproducción como objetivo UNICO de la relación sexual, La belleza, la poesía, la ternura, el amor tembloroso y comunicador no encaja en la miopía deformante de cánones hieráticos.

Bush defendió la tortura y masacró territorios para combatir el terrorismo, pisoteó los derechos humanos, abrió Guantánamo manchando la dignidad de la humanidad, fundó cárceles secretas bajo la dirección de la CIA, declaró guerras preventivas e ilegales basadas en la fabulación de la falsedad, arrasó miles de vidas en alianza con acólitos tan sanguinarios como él, dedicó cantidades ingentes de dinero arrancado a estómagos hambrientos, fue cómplice de banqueros insaciables que acarrearon la crisis planetaria que todos sufrimos, todos menos los ladrones honorables que disfrutan impunemente de las riquezas robadas. Y el Papa Ratzinger lo recibió con honores únicos nunca dispensados a otros Jefes de Estado.

Juan Pablo II se opuso a la guerra de Irak. El converso Blair, el descatalogado Aznar y el emperador Bush, defensores de los ideales cristianos de occidente, ignoraron el rechazo papal. Benedicto XVI coincide con esta blasfema trinidad en la defensa de los valores fundamentales: hay que condenar: el aborto, los matrimonios homosexuales, la investigación con células madre. La guerra es connatural al hombre. A lo mejor responde a una selección natural. El fuerte mata al débil. El rico pisa al pobre. Los muertos se archivan y se convierten en historia para exámenes de selectividad.

El Presidente Obama tiene que empezar su mandato destruyendo las bases hipócritas y asesinas de su antecesor, para inmediatamente después empezar a construir un futuro que deje bien claro que los ideales humanos de libertad y seguridad deben ser compatibles con el respeto escrupuloso a los derechos humanos. Hay que rehacer la historia y llorar sobre el inmediato pasado. Hay que cambiar con un mundo cambiante. Hay que edificar el difícil futuro donde lo humano sea posible.

Pero el Papa-Rey y sus Cardenales-Príncipes como jefes supremos de un estado, se oponen a las medidas tomadas por otro jefe de estado. Dominan, creen dominar, millones de conciencias. Y dominan, creen dominar, a Jesús de Nazaret. En su nombre, cruz en mano, defienden principios basados en una inmutabilidad que nada tiene que ver con el hombre como ser histórico que es, ni con el Dios que a lo largo de la historia aprendió a ser prójimo de la aventura humana.

Preocupada y desolada la jerarquía católica. Dios, encinta de futuro, engendra ángeles negros con plumas de alegría.


Rafael Fernando Navarro
http://marpalabra.blogspot.com

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domingo, 25 de enero de 2009

Visto de cerca

Pepcastelló

Si vistos desde lejos los mundos religioso y profano que rodean esta estrecha franja de tierra de nadie que los separa tienen grandes semejanzas, vistos de cerca tienen todavía más. En ambos observamos:

• Una mayoría de individuos que acatan el orden establecido sin oponerse a el, simplemente esquivándolo en la medida que pueden siempre que les resulta ingrato.

• La presencia de singulares seres distintos del común. Mentes abiertas, conciencias claras que cuestionan dogmas y creencias, que batallan sin tregua por cuanto creen justo, pero sin entrar en conflicto con las instituciones a que pertenecen, con las cuales colaboran fielmente.

• Una minoría de espíritus rebeldes, extraños seres que por vete a saber qué milagrosas circunstancias lograron zafarse del baño homogenizador que la sociedad impone a cuantos individuos y organizaciones forman parte de ella; mentes libres que dejaron el camino marcado por los poderes dominantes para buscar su propia senda y vivir sus inquietudes de forma distinta a la establecida.

En este mundo uniformizado y globalizado a fuerza de siglos de imposición violenta de los más fuertes sobre el resto, quienes optan por la libertad tienen que pagar un elevado precio por ella, porque no hay ningún organismo, ninguna institución humana, que acoja a quienes rechazan los principios que tanto el mundo religioso como el profano considera sagrados. No se dan auxilios fuera del territorio demarcado. El férreo control que el pensamiento dominante ejerce sobre el ambiente aísla y deja en el mayor desamparo a quienes de la disensión hacen bandera. El precio de la libertad suele ser casi siempre, la soledad.

La soledad es contraria a nuestra humana naturaleza. Caminar en solitario tiene altos riesgos y un elevado costo intelectual y emocional. Los seres humanos no estamos hechos para andar solos por la vida sino para compartir cuanto nos acontece y colaborar en proyectos comunes. El saber exige esfuerzo colectivo; la sabiduría, interacción humana.

Pero la forma de vida que seguimos en nuestro mundo occidental no promueve la necesaria colaboración de las mentes en todos los órdenes. Las directrices de la sociedad en los ámbitos, político, social, económico y religioso llevan siglos en manos de minorías más atentas a sus intereses corporativos y personales que al bien común; de ahí que, por sistema, rechacen cuantas iniciativas difieran de las suyas, cuantos pensamientos cuestionen el suyo. Quienes detentan el poder defienden su apropiación mediante reiteradas falacias y actúan como si el resto de los mortales fuesen cretinos. Saben bien que, aun en su sano juicio, el ser humano teme la libertad por los riesgos que conlleva y el esfuerzo que exige; pero sobretodo saben bien que disponen de todos los medios necesarios para ahogar las voces de quienes se les oponen.

Aparte de cuanto nos pueda decir la historia, que siempre puede ser tildada de tendenciosa, cuanto llevamos vivido en los últimos años nos da a entender que el pensamiento de quienes llevan siglos dirigiendo nuestra civilización occidental cristiana está en franca crisis. La arrogancia ególatra de los mandamases no es aceptable ya en nuestro mundo cada día más interconectado, en el que cualquier acontecimiento trasciende velozmente. Hoy no es fiable la sabiduría de unos pocos cuando estos excluyen del diálogo a la gran mayoría, o bien someten la expresión de cuanto ella opina a controles y filtros que la invalidan por competo. Hoy sabemos bien que nadie está en posesión de la verdad; que la verdad absoluta es lo más cercano al error absoluto; que el saber de una vez por todas no es posible, sino que es preciso e inevitable ir descubriendo día a día y con esfuerzo lo que es válido y lo que no lo es; pero sobretodo sabemos que ver y entender es tarea común de todos los mortales, que no debe estar en manos de minorías interesadas porque, de estarlo, el error y la injusticia son inevitables.

A tenor de cuanto acabamos de observar, nos preguntamos:

• ¿Llegarán algún día los poderosos a tomar en cuenta las opiniones de quienes desde dentro o desde fuera del sistema disienten cabalmente?

• ¿Llegarán a entender quienes detentan la palabra que es inútil persistir en la falacia porque la verdad acaba aflorando; que el ser humano evoluciona, el pensamiento se socializa y cada día queda más atrás el simio ignorante de sí mismo que fueron nuestros lejanos antepasados?

Como siempre, ignoramos las respuestas; pero no parece probable que eso vaya a ocurrir de inmediato. Más vale, pues, que mantengamos firme el ánimo y, sin esperar nada, sigamos cada cual en su tarea trabajando con ahínco en pro de lo que entendemos como un mundo más justo y más humano.

Pepcastelló

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sábado, 24 de enero de 2009

Los espejos del Paraíso


La publicidad habla del automóvil como una bendición al alcance de todos. ¿Un derecho universal, una conquista democrática? Si fuera verdad, y todos los seres humanos pudieran convertirse en felices propietarios de este medio de transporte convertido en talismán, el planeta sufriría muerte súbita por falta de aire. Y antes, dejaría de funcionar por falta de energía. Nos queda petróleo para dos generaciones. Ya hemos quemado en un ratito una gran parte del petróleo que se había formado a lo largo de millones de años. El mundo produce autos al ritmo de los latidos del corazón, más de uno por segundo, y ellos están devorando más de la mitad de todo el petróleo que el mundo produce.

Por supuesto, la publicidad miente. Los numeritos dicen que el automóvil no es un derecho universal, sino un privilegio de pocos. Sólo el veinte por ciento de la humanidad dispone del 80 por ciento de los autos, aunque el cien por ciento de la humanidad tenga que sufrir las consecuencias. Como tantos otros símbolos de la sociedad de consumo, éste es un instrumento que está en manos del norte del mundo y de las minorías que en el sur reproducen las costumbres del norte y creen, y hacen creer, que quien no tiene permiso de conducir no tiene permiso de existir.

El 85 por ciento de la población de la capital de México viaja en el 15 por ciento del total de vehículos. Uno de cada diez habitantes de Bogotá es dueño de nueve de cada diez automóviles. Aunque la mayoría de los latinoamericanos no tiene el derecho de comprar un auto, todos tienen el deber de pagarlo. De cada mil haitianos, sólo cinco están motorizados, pero Haití dedica un tercio de sus importaciones a vehículos, repuestos y gasolina. Un tercio dedica, también, El Salvador. Según Ricardo Navarro, especialista en estos temas, el dinero que Colombia gasta cada año para subsidiar la gasolina, alcanzaría para regalar dos millones y medio de bicicletas a la población.

El derecho de matar. Un solo país, Alemania, tiene más automóviles que la suma de todos los países de América Latina y Africa. Sin embargo, en el sur del mundo mueren tres de cada cuatro muertos en los accidentes de tráfico de todo el planeta. Y de los tres que mueren, dos son peatones.

En eso, al menos, no miente la publicidad, que suele comparar al auto con un arma: acelerar es como disparar, proporciona el mismo placer y el mismo poder. La cacería de los caminantes es frecuente en algunas de las grandes ciudades latinoamericanas, donde la coraza de cuatro ruedas estimula la tradicional prepotencia de los que mandan y de los que actúan como si mandaran. Y en estos últimos tiempos, tiempos de creciente inseguridad, al impune matonismo de siempre se agrega el pánico a los asaltos y a los secuestros. Cada vez hay más gente dispuesta a matar a quien se le ponga delante. Las minorías privilegiadas, condenadas al miedo perpetuo, pisan el acelerador a fondo para aplastar la realidad o para huir de ella, y la realidad es una cosa muy peligrosa que ocurre al otro lado de las ventanillas cerradas del automóvil.

El derecho de invadir. Por las calles latinoamericanas circula una ínfima parte de los automóviles del mundo, pero algunas de las ciudades más contaminadas del mundo están en América Latina.

La imitación servil de los modelos de vida de los grandes centros dominantes, produce catástrofes. Las copias multiplican hasta el delirio los defectos del original. Las estructuras de la injusticia hereditaria y las contradicciones sociales feroces han generado ciudades que crecen fuera de todo posible control, gigantescos frankensteins de la civilización: la importación de la religión del automóvil y la identificación de la democracia con la sociedad de consumo, tienen, en esos reinos del sálvese quien pueda, efectos más devastadores que cualquier bombardeo.

Nunca tantos han sufrido tanto por tan pocos. El transporte público desastroso y la ausencia de ciclovías hace obligatorio el uso del automóvil, pero la inmensa mayoría, que no lo puede comprar, vive acorralada por el tráfico y ahogada por el smog. Las aceras se reducen, hay cada vez más parkings y cada vez menos barrios, cada vez más autos que se cruzan y cada vez menos personas que se encuentran. Los autobuses no sólo son escasos: para peor, en muchas ciudades el transporte público corre por cuenta de unos destartalados cachivaches que echan mortales humaredas por los caños de escape y multiplican la contaminación en lugar de aliviarla.

El derecho de contaminar. Los automóviles privados están obligados, en las principales ciudades del norte del mundo, a utilizar combustibles menos venenosos y tecnologías menos cochinas, pero en el sur la impunidad del dinero es más asesina que la impunidad de las dictaduras militares. En raros casos, la ley obliga al uso de gasolina sin plomo y de convertidores catalíticos, que requieren controles estrictos y son de vida limitada: cuando la ley obliga, se acata pero no se cumple, según quiere la tradición que viene de los tiempos coloniales.

Algunas de las mayores ciudades latinoamericanas viven pendientes de la lluvia y el viento, que no limpian de veneno el aire, pero al menos se lo llevan a otra parte. La ciudad de México vive en estado de perpetua emergencia ambiental, provocada en gran medida por los automóviles, y los consejos del gobierno a la población, ante la devastación de la plaga motorizada, parecen lecciones prácticas para enfrentar una invasión de marcianos: evitar los ejercicios, cerrar herméticamente las casas, no salir, no moverse. Los bebés nacen con plomo en la sangre y un tercio de los ciudadanos padece dolores crónicos de cabeza.

O usted deja de fumar, o se muere en un año advirtió el médico a un amigo mío, habitante de la ciudad de México, que no había fumado ni un solo cigarrillo en toda su vida.

La ciudad de Sao Pablo respira los domingos y se asfixia los días de semana. Año tras año se va envenenando el aire de Buenos Aires, al mismo ritmo en que crece el parque automotor, que el año pasado aumentó en medio millón de vehículos. Santiago de Chile está separada del cielo por un paraguas de smog, que en los últimos 15 años ha duplicado su densidad, mientras también se duplicaba, casualmente, la cantidad de automóviles.

Eduardo Galeano
http://cultural.argenpress.info/2009/01/los-espejos-del-paraso.html

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Israel: religión y política

Primero una aclaración: no soy religioso ni creyente. Para mí el hombre creó a sus dioses y les dio atributos especiales. Unos hombres entre muchos crearon un dios (que ellos escriben con mayúscula) y ese dios se convertiría en el creador del hombre. De ahí nació el judaísmo y de éste tanto el cristianismo como el islamismo. Tres grandes religiones monoteístas. Éstas son religiones que convirtieron a dios (una idea) en creador de la Tierra y de todo lo que ésta contiene, incluyendo al ser humano. Ese dios posee, por decisión de quienes escribieron el Antiguo Testamento, la Tora y el Corán, atributos tales que le permiten mandar y determinar el destino del hombre (“Aquél a quien Alá dirige está bien dirigido, pero para aquél a quien Él extravía no encontrará amigo que le guíe”, dice el Corán). Ese único dios premia y castiga, escoge y discrimina. Para la religión judía (y para la cristiana) el Antiguo Testamento y la Tora dicen casi lo mismo y dios es creador que hace y deshace, según su capricho (sabiduría, le llaman).

Lo que me interesa resaltar es que el dios de los judíos (y también de los cristianos en el Antiguo Testamento de la Biblia ) es un dios que elige a unos y maldice a otros. Y el pueblo elegido es el que se llamara después pueblo hebreo ( la Tora llama hebreo a Abram, quien después sería Abraham) y, a partir de Jacobo, pueblo de Israel, pues como reza el versículo 35 de la Tora (y de la Biblia ), “Dios le dijo: ‘Tu nombre es Iaacov (Jacob). Tu nombre no será Iaacov (Jacob) exclusivamente, sino que Israel será tu nombre'. Así fue como lo llamó Israel. Y Dios le dijo: ‘Yo soy El Shadai. Sé fructífero y multiplícate; una nación y una congregación de naciones descenderán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. La tierra que di a Abraham e Itzjak (Isaac), a ti te la daré; y a tu descendencia después de ti se la daré'”. (El-Shaddai o El Shadai suele traducirse como dios omnipotente, todopoderoso, dios de poder y autoridad.)

Lo que antes de 1947 era Palestina y ahora Israel en parte, fue Canaán. Después del diluvio y una vez seca la tierra, dios le ordenó a Noé que salieran del Arca y se reprodujeran (estaban en la cúspide de Ararat, montaña en Armenia-Turquía). Los hijos de Noaj (Noé) que salieron del Arca eran Shem (Sem), Jam (Cam) y Iafet (Jafet). Jam (Cam) era el padre de Canaán y Noé lo maldijo y dijo: “Maldito es Canaán; esclavo de esclavos será para sus hermanos”.

En aquel entonces, según la Biblia y la Tora , los hombres y sus descendientes formaban los pueblos, tribus o etnias. Cam, Canaán y sus descendientes serían malditos. Y Noé añadió: “Que Dios extienda a Jafet, pero habitará en las tiendas de Sem; que Canaán sea esclavo de ellos”.

Sem, entonces, era el hijo mayor de Noé y él y sus descendientes emigraron hacia Senaar. Senaar es la llanura entre el Tigris y el Éufrates (Baja Mesopotamia), zona sumeria y luego caldea donde estaba Ur, la tierra de Abram (Abraham). Teraj (Taré), padre de Abram, de Najor y de Harán, se fueron de Ur, en el sur de Mesopotamia, al norte, a Harrán. Ahí El Eterno (como dice la Tora ) le dijo a Abram: “Vete de tu tierra, de tus familiares y de la casa de tu padre, a la tierra que he de mostrarte. Y yo te convertiré en una gran nación”. Y luego, el dios que bendecía y maldecía, le dijo: “Bendeciré a aquellos que te bendigan, y al que te maldiga, lo maldeciré.” Y Abram se fue con Lot, su sobrino, y su esposa Sarai (Sara), en dirección a la tierra de Canaán a donde llegaron. Para entonces los cananeos habitaban esa tierra. “Y te daré a ti y a tu descendencia la tierra en la que habitas: toda la tierra de Canaán, en posesión eterna; y seré un Dios para ellos.”

Fue así que, por mandato de dios, esas tierras fueron conquistadas por los semitas (descendientes de Sem), también hebreos cuyo origen estaba en Irak. Las conquistaron varias veces, otras más las defendieron incluso con guerras sangrientas.

Hubo varios reinados, el último el de Salomón, heredero de David. Pero luego vinieron otros imperios y la tierra prometida por dios pasó a ser parte de persas, romanos y finalmente de los otomanos, hasta convertirse en territorio administrado por los británicos, multicultural y pluriétnico. Los judíos no llegaban a 15 por ciento de la población de la Palestina de entonces (1922).

El dios protector dejó de tener patriarcas, reyes y profetas por largos siglos y los judíos viajaron por muchos lugares asentándose en ellos. Cuando surgió el movimiento sionista se argumentaba que todo pueblo debe tener su Estado y en lugar de convocar a la religión como argumento se reclamó una nación para los judíos, como México para los mexicanos o Argentina para los argentinos. Se quiso ver a los judíos como pueblo y no como grupo religioso como el de los cristianos o el de los musulmanes. ¿Dónde? En donde su dios les había prometido la tierra, es decir en la Palestina de esos años, la antigua Canaán.

Lo religioso se volvió político (¿no lo ha sido siempre?) y el sionismo surgido en el siglo XIX es y ha sido político, como político es el Estado de Israel con un fuerte trasfondo religioso; esto es, determinado originalmente por lo religioso y por un dios que daba títulos de propiedad. Una religión que, a diferencia de otras, ha puesto el acento no sólo en la creación del hombre y de la vida, sino también en un territorio para sus elegidos, los hijos de Israel (de Sem, de Abraham y de Jacob). Territorio que antes no era de ellos sino dado por su dios. ¿Por qué?, no lo sé por más que me he ido al origen del hombre tanto en la Biblia como en la Tora. Lo que sí sé es que a los palestinos, a los que nunca les dejaron formar un Estado-nación, los han tratado de expulsar y que el expansionismo actual del Estado de Israel no se diferencia mucho del de los antiguos reyes judíos (el reino de Salomón, debe decirse, era mayor: de Egipto a Irak, unos mil años antes de Cristo). ¿La maldición de Noé sobre Canaán y sus descendientes en versión moderna?

Octavio Rodríguez Araujo
www.jornada.unam.mx/
http://www.panamaprofundo.org/boletin/mundo/israel-religion-y-politica.htm

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Eco-sencillez

Lo que se opone a nuestra cultura de excesos y complicaciones es la vivencia de la sencillez, la más humana de todas las virtudes, presente en todas las demás.

La sencillez exige una actitud de anti-cultura pues vivimos enredados entre todo tipo de productos y de propagandas. La sencillez nos llama a vivir según nuestras necesidades básicas. Si todos persiguiesen este precepto, la Tierra sería suficiente para todos. Bien decía Gandhi: «tenemos que aprender a vivir más simplemente, para que los otros, simplemente, puedan vivir».

La sencillez siempre ha sido creadora de excelencia espiritual y de libertad interior. Henry David Thoreau (+1862) que vivió dos años en una cabaña en el bosque junto a Walden Pond, atendiendo estrictamente a sus necesidades vitales, recomienda incesantemente en su famoso libro-testimonio: Walden, la vida en los bosques: «sencillez, sencillez, sencillez». Afirma que la simplicidad siempre fue el distintivo de todos los sabios y santos. De hecho, extremadamente sencillos fueron Buda, Jesús, Francisco de Asís, Gandhi y Chico Mendes, entre otros.

Como hoy estamos tocando ya los límites de la Tierra, si queremos seguir viviendo sobre ella, necesitamos seguir el evangelio de la eco-sencillez, bien resumida en las tres erres propuestas por la Carta de la Tierra: «reducir, reutilizar y reciclar» todo lo que usamos o consumimos.

Se trata de hacer una opción por la sencillez voluntaria que es un verdadero camino espiritual. Esta eco-sencillez vive de fe, de esperanza y de amor. La fe nos hace entender que nuestro trabajo, por sencillo que sea, es incorporado al trabajo del Creador, que en cada momento activa las energías.

La esperanza nos asegura que si las cosas en el pasado han tenido futuro lo seguirán teniendo en el presente. La última palabra no la tendrá el caos sino el cosmos. Para los cristianos, el fin bueno ya está garantizado pues algunos de entre nosotros, Jesús y María, han sido introducidos corporalmente en el seno de la Trinidad.

La eco-sencillez nos hace descubrir el amor como la gran fuerza unitiva del universo y de Gaia. Ese amor hace que todos los seres convivan y se complementen. En la modernidad, nosotros nos imaginábamos el sujeto del pensamiento y la Tierra su objeto. La nueva cosmología nos afirma que la Tierra es el gran sujeto vivo que a través de nosotros siente, ama, piensa cuida y venera, Consecuentemente, tenemos que pensarnos como Tierra, sentirnos como Tierra, amarnos como Tierra pues, en verdad, somos Tierra, especie homo, hecho de humus, de tierra buena y fértil.

Sintiéndonos Tierra vivimos una experiencia de no-dualidad, que es expresión de una radical simplicidad. Algo de la montaña, del mar, del aire, del árbol, del animal, del otro y de Dios está en nosotros. Formamos el gran todo. Una leyenda moderna da forma a estas reflexiones:

En cierta ocasión, un joven que se iniciaba en la eco-sencillez fue visitado en sueños por Cristo resucitado y cósmico. Le invitó a caminar juntos por el jardín, Después de caminar un buen rato observando encantados la luz que se filtraba por entre las hojas, el joven preguntó: «Señor, cuando andabas por los caminos de Palestina dijiste que volverías un día con toda tu pompa y con toda tu gloria. ¡Pero tu vuelta se demora tanto! ¿Cuándo volverás finalmente, de verdad, Señor?»

Después de unos momentos de silencio que parecían una eternidad, el Señor respondió: «Hermano mío, cuando mi presencia en el universo y en la naturaleza sean para ti tan evidentes como la luz que ilumina este jardín; cuando mi presencia bajo tu piel y en tu corazón sea tan real como mi presencia aquí y ahora, cuando no necesites hacerme preguntas como ésta que me has hecho, entonces, hermano mío, habré vuelto con toda mi pompa y toda mi gloria».


Leonardo Boff
http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=312

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Las alianzas de los Poncio Pilatos en las elecciones panameñas

Nada de lo que vemos en la sucia politiquería panameña puede sorprendernos. La realidad de la partidocracia panameña supera la imaginación más osada. La alianza que en estos momentos se debate, Martinelli-Varela, de Cambio Democrático y el Partido Panameñista, respectivamente, no constituye ninguna novedad, ni motivo de escándalo como está señalando la alianza oficialista. La mentira, el insulto, el irrespeto, la incoherencia, la corrupción, la compra y venta de votos y espacios políticos son antivalores consustanciales de este tipo de campañas.

Ninguna de las alianzas puede alzarse y presentarse como la facción moral, coherente y responsable. La realidad de los hechos NO puede ser tapada a punta de publicidad y fogosas arengas de partidos y candidatos. La mentira, auque se repita mil veces, no llega nunca a constituirse en verdad.

El oficialismo de hoy, fue la “oposición” de ayer; la “oposición” de hoy, fue el oficialismo de ayer. Los “huesos viejos” están en cada una de las alianzas. Eso lo sabemos todos los panameños.

El país y su gente están peor después de cada gestión gubernamental. En el ocaso del gobierno PRD, son muchos los panameños desempleados; hay un innegable y evidente aumento en la corrupción y de la inseguridad ciudadana. La rebatiña que se forma al final de cada mandato equivale a una tragedia nacional que dilapida enormes recursos y riquezas, muchas de ellas, del patrimonio público, que deja en la calle, con hambre y frió a la Nación panameña.

Como colofón de muerte, al final del desastre de cada gestión gubernamental, tenemos que sufrir las costosas y vergonzosas campañas electorales que caminan pisoteando, irrespetando, e insultando la inteligencia de la gente. El pueblo, convertido en masa electoral, se baja de su dignidad y sigue pasivamente como ganado al matadero electoral, sabiendo que estamos ante una sucia campaña electorera, meticulosamente estructurada, por la partidocracia para impedir la participación libre, soberana y conciente del pueblo.

La repartición del pastel político y económico de las grandes riquezas nacionales constituye el motivo principal de las diferentes alianzas y candidatos. Los cargos a elección, nada tienen de “popular”. ¿A caso, por el simple hecho de que los panameños podamos votar cada cinco años, tenemos democracia? ¿A caso no son las cúpulas de los partidos, que nada tienen que ver con los intereses y las necesidades de las comunidades, las que determinan minuciosamente, los mecanismos y los hilos conductores del poder y de la repartición de las riquezas?

El sistema electoral panameño está enteramente dominado y manipulado por la partidocracia o dictadura de partidos. Conglomerados de fuertes intereses económicos dominan la política y las agendas de los partidos. Los partidos políticos son los que dominan e imponen los mecanismos elitistas del antidemocratico, antipopular y antinacional sistema electoral panameño. Todo está hecho a la medida de sus intereses y su visión mercantilista de la politiquería.

Los intereses de la Nación y del pueblo de Panamá sólo tienen cabida en los papeles, los discursos y las mentirosas campañas de los mentirosos candidatos politiqueros. La realidad nos demuestra, cotidianamente, que lo que vale para los politiqueros es el negocio, sin importar el daño al pueblo y la destrucción que sus ambiciones causan en la Nación panameña.

Las elecciones de Panamá son el calvario que nos conduce hacia la crucifixión. Son muchos los Poncio Pilatos que abundan en la politiquería panameña. El tumulto que participa en la farsa electoral salta emotivamente al vaivén del canto de sirena de las alianzas electoreras.

“Al ver Pilatos que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos cara a la gente, diciendo:
-Soy inocente de esta sangre. ¡Allá ustedes!
El pueblo entero contestó:
-¡Nosotros y nuestros hijos respondemos de su sangre!
Entonces le soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo a azotar, lo entregó para que lo crucificaran.” Mateo 27, 24-26

El pueblo de Panamá está siendo azotado constantemente en su dignidad y en sus derechos. Cada paso hacia la crucifixión va cargado de irrespeto, insulto y muchas, muchas estupideces.

Héctor Endara Hill
Colectivo Panamá Profundo
http://www.panamaprofundo.org/boletin/palabra/las-alianzas-de-los-poncio-pilatos.htm

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viernes, 23 de enero de 2009

A Abraham

Este artículo está dedicado a mis amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel asesoró.

Para justificarse, el terrorismo de estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.

Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.

Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina.

Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.

Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.

No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.

Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros.

¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?

El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quien mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.

Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.

Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.

La llamada comunidad internacional , ¿existe?

¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?

Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.

Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.

La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima, mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.


Eduardo Galeano

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