martes, 9 de junio de 2009

Europa cristiana y de derechas

Pepcastelló

Europa es de derechas -- ¡gracias a Dios! -- al igual que lo es la católica España. Finalmente la cordura se impone y se van dejando atrás día a día las veleidades igualatorias del nefasto siglo XX. Pronto no quedará en el mundo ningún vestigio de los aberrantes avances sociales que pretendían hacer un mundo más justo cercenando los derechos de los privilegiados. Esperemos que pronto las jornadas de trabajo vuelvan a ser, no de 48 horas, como hace medio siglo, sino de 65, pues no se trata de regresar al pasado sino de superarlo.

El Papa Benedicto XVI y sus allegados podrán estar orgullosos de estos territorios que a lo largo de los siglos han sido cuna de santos y han proclamado a todo el mundo la gloria de Dios y su reinado sobre la tierra desde que el Imperio Romano y los que le siguieron impusieron a fuego y espada la religión cristiana en todos los lugares del planeta a los que tuvieron acceso. A buen seguro que no olvidarán elevar sus preces al cielo en acción de gracias por los buenos frutos que han reportado aquellas siembras.

A ningún buen creyente le puede caber la menor duda de que Jesucristo, desde lo alto del cielo, sentado a la diestra de Dios padre, tiene un lugar privilegiado para esos buenos pastores que tan bien supieron transmitir el primigenio mensaje de Jesús de Nazaret y quienes le siguieron. Y tampoco dudarán de que algún día tendrán acceso a ese santo lugar de bendición inacabable quienes votaron a los representantes políticos de la ideología de derechas, convencidos de que gracias a esas múltiples acciones, queda asegurado el rechazo en Europa de los infieles provenientes de otras culturas, excepto en la cantidad necesaria de ellos para mantener una mano de obra suficientemente barata y sumisa y también para realizar aquellos trabajos que los naturales de esta cristiana Europa van desechando a medida que avanza su nivel de instrucción y su espíritu acomodaticio.

Hoy, gracias a Dios, podemos ver ya bien claro que las enseñanzas de las Iglesias cristianas, especialmente la Católica Romana por ser mayoritaria, han conseguido configurar el pensamiento y la conciencia de esos preclaros votantes de modo que de ahora en más la legislación europea sea cada vez más despiadada con los desposeídos y más favorecedora de quienes triunfan por sobre los demás seres humanos.

Sirva esta victoria de aviso a quienes pensaron siquiera por un instante que los representantes de una izquierda descafeinada y tibia, cuidadora de los intereses del mundo rico casi tanto como la derecha, podían tener alguna posibilidad de liderar el panorama político europeo. Sírvales de aviso y motivo de reflexión, puesto que es bien sabido y ha quedado reiteradamente demostrado a lo largo de la historia, que si bien la radical rebeldía se paga con el más alto de los castigos –véase, sino, lo que le ocurrió a Jesús de Nazaret-, la tibieza se paga con el ninguneo.

Pobres los habrá siempre, convenzámonos, pues así lo quiere Dios, ya que los ha creado. Y bien está que los haya porque así dan lugar a que los buenos cristianos ejerciten su compasión haciéndoles caridad, y a un tiempo los exploten mediante todos aquellos trabajos que le son imprescindibles al mundo rico para seguir esta vía de autodestrucción que es el progreso sin medida de nuestra opulenta sociedad capitalista.

Por todo ello, por este elevado grado de evolución humana que nuestra especie está demostrando haber alcanzado, demos gracias al Dios todopoderoso, alabémoslo y bendigámoslo y roguémosle a un tiempo que colme de dichas y bendiciones a sus más altos representantes en la Tierra, quienes con su abnegada tarea a lo largo de los siglos han conseguido configurar la mente de la población europea de modo que podamos sentirnos humanos sin tener que dejar por ello de ser auténticas bestias.

Pepcastelló

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