martes, 22 de abril de 2008

¡Parece mentira, pero ocurrió!

Paraguay: ¿nueva época?

La Jornada, 21 04 08 - Editorial

El holgado triunfo del candidato opositor Fernando Lugo en las elecciones presidenciales celebradas ayer en Paraguay es un hecho histórico para ese país sudamericano, sumido en la pobreza, el atraso y la corrupción por longevas dictaduras y, desde 1989, por un grupo gobernante oligárquico, a pesar de la fachada democrática, y carente del menor sentido de nación. Desde el Partido Colorado y sus ramificaciones, ese grupo ha ocupado el poder político y económico en forma ininterrumpida desde la guerra civil de 1947 y lo ha ejercido por medio tanto de regímenes castrenses de facto –el de Alfredo Stroessner duró de 1954 a 1989– como de presidentes civiles que han tolerado, propiciado o incluso protagonizado un sistemático saqueo de los fondos públicos: Juan Carlos Wasmosy, Raúl Cubas, Luis González Macchi y Nicanor Duarte Frutos.

El legado que deja el Partido Colorado es aterrador. Paraguay es, hoy, el segundo país más pobre de Sudamérica, después de Bolivia; su industrialización es prácticamente nula, la miseria y la marginación social alcanza grados exasperantes, la infraestructura y los servicios se encuentran en un subdesarrollo mucho más pronunciado que el de otras naciones latinoamericanas.

El candidato triunfante en los comicios de ayer, ex obispo de la diócesis de San Pedro, en la región más pobre del país, es uno de esos religiosos latinoamericanos con preocupaciones sociales a los que Joseph Ratzinger ha hostilizado, ya fuera desde la Congregación para la Doctrina de la Fe o desde la cabeza del papado, como Benedicto XVI. En marzo del año pasado Fernando Lugo pretendió renunciar a sus labores eclesiásticas para dedicarse de lleno a la oposición política, pero el Vaticano le rechazó la dimisión, sólo para suspenderlo ad divinis, unos meses más tarde, el propio Ratzinger.

Lugo representa el vasto descontento político, social y económico que recorre a Paraguay; un vasto y diverso conjunto de partidos políticos marginados por el oficialismo, así como organismos sindicales, sociales y culturales, confluyeron en la Alianza Patriótica para el Cambio (APC) para postular al ex obispo a la Presidencia.

El desafío que habrá de enfrentar es enorme, no sólo por las dimensiones del atraso paraguayo en casi todos los órdenes y por las inercias de un país que durante la mayor parte de su vida independiente ha sido gobernado por déspotas, por corruptos y por déspotas corruptos, sino también por la heterogeneidad ideológica y de intereses que subyace en las siglas de la APC, y que va desde sectores democristianos hasta grupos claramente definidos en la izquierda del espectro político.

Por otra parte, en el escenario continental, la inminente llegada de Lugo a la Presidencia de Paraguay consolida la tendencia latinoamericana a buscar modelos alternativos al asfixiante y depredador neoliberalismo oligárquico que aún gobierna en México, la mayor parte de Centroamérica, Colombia y Perú. Es posible que, con Lugo en la Presidencia, Paraguay experimente un acercamiento con su vecina Bolivia, con Venezuela y con Ecuador; por lo demás, para los gobiernos de Luiz Inacio Lula da Silva, Cristina Fernández y Michelle Bachelet, el ex obispo de San Pedro será un interlocutor mucho más sólido y confiable que sus predecesores.

Cabe felicitarse por su triunfo, que es una inequívoca victoria popular, y hacer votos por que su gestión consiga colocar a Paraguay en la dirección del desarrollo democrático, social y económico.

Lugo nombra "primera dama" a hermana

Fernando Lugo está dispuesto a romper con varias tradiciones en Paraguay.

El sacerdote, de 56 años, obtuvo una histórica victoria en las elecciones presidenciales, con la que puso fin al régimen unipartidista de seis décadas del Partido Colorado.

Aunque fue suspendido ''at divinis'' por el Vaticano cuando en 2006 decidió renunciar a su condición de obispo para lanzarse a la política, es el primero con ese cargo en llegar a la presidencia de un país.

Un día después de su resonante triunfo, sorprendió con dos anuncios: su hermana oficiará de ''primera dama'' y manifestó que tras asumir el 15 de agosto le gustaría seguir viviendo en su modesta casa de Lambaré, suburbio de clase media baja de Asunción, y no en la residencia presidencial ''Mburuvicha Róga'' (Casa del Jefe).

''Ella es una mujer desgastada por el trabajo intenso; crió a sus hijos dignamente; hoy ya es abuela, pero siempre fue mi consejera porque soy el menor de seis hermanos'', dijo el lunes Lugo al referirse a su hermana Mercedes, de 66 años.

Aunque dio pocas precisiones sobre los futuros miembros de su gabinete, confirmó a la designada para el puesto, motivo de especulaciones durante toda la campaña electoral ya que si bien renunció al obispado, aclaró que ello no significaba abandonar el sacerdocio.

Lugo será el primer gobernante paraguayo soltero desde 1928 cuando el liberal Eligio Ayala llegó a la jefatura de Estado sin estar casado.

Actualmente en Sudamérica hay un caso similar: el presidente de Bolivia, Evo Morales, también designó a su hermana como primera dama debido a que es soltero.

En Chile, la presidenta Michelle Bachelet está divorciada y el cargo de ''primer caballero'' está acéfalo.

Lugo dijo que su hermana ''está un poco enferma, pero es de mi confianza. Creo que podrá colaborar mucho conmigo'', explicó a periodistas en el pequeño jardín de su residencia.

La mujer, casada y madre de un hijo, vive en Encarnación, a 450 kilómetros al sur de Asunción, donde el futuro presidente pasó la mayor parte de su infancia.

Tras confirmarse la victoria de su hermano, Mercedes destacó el valor del logro para los Lugo porque ''nuestra familia fue perseguida por más de 30 años sin que nadie pudiera tener oportunidad de un trabajo digno''.

Hijo de Guillermo Lugo y Maximina Méndez Fleitas, hermana de un reconocido caudillo político que enfrentó a los 'colorados', el mandatario electo nació en 1951 en San Solano. Se ordenó sacerdote en 1977, pero ya desde pequeño tenía vocación religiosa.

Tras su viaje como misionero a Ecuador, donde tomó contacto con la Teología de la Liberación, regresó a Paraguay en 1982 y en 1994 fue designado Obispo de San Pedro, la región más pobre del país.

Lugo también se refirió a dónde residirá tras asumir la presidencia.

''Me gustaría seguir acá (en Lambaré), con los vecinos'', apuntó sobre su modesta vivienda pintada de blanco, rodeada por una muralla alta debido a la ola de inseguridad, con permanentes asaltos callejeros y atracos domiciliarios, uno de los males que deberá combatir durante su gestión.

La actual residencia oficial se destinará a eventos especiales.

Su casa era una procesión constante, pero no de fieles sino de amigos, partidarios y periodistas ansiosos por tener su palabra desde muy temprano, acorde a un país que por costumbre se pone en funcionamiento a las 6 de la mañana y todo se calma pasado el mediodía.

Seguido de cerca por cuatro guardaespaldas (suboficiales de la Policía Nacional), atendía sentado en un sillón o en el pequeño jardín a la entrada de su casa, donde se instalaron los diferentes canales de televisión esperando el turno para entrevistarlo.

Canoso, barba recortada, con anteojos y vestido con camisa blanca sin corbata, pantalones negros y sandalias de color marrón, no aparenta la imagen de presidente electo sino la de un sacerdote dispuesto a aconsejar a sus fieles.

El Nuevo Diario, Managua, 21 04 08

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