martes, 19 de mayo de 2009

Religión y sociedad (I) - Las nuevas formas de creer. Argentina-Brasil

Germán Ferrari (*)


Otávio Velho: una mirada sobre Brasil

–En la ponencia que presentó en las Jornadas sobre Experiencia Religiosa y Comunicación, usted afirma que la merma de fieles en las iglesias puede equipararse con la baja de simpatizantes en los estadios, aunque la gente siga siendo creyente o amante del fútbol. ¿Qué motivos hay para que los devotos decidan abandonar los templos pero mantengan el culto de otras maneras?

–En principio, es preciso señalar que este no es un fenómeno general, ni necesariamente permanente: en muchos lugares, los templos continúan llenos –así como los estadios– o vuelven a estarlo luego de un tiempo. Y también varía en cada caso: en muchos lugares, los templos de las iglesias más tradicionales se vacían, pero, por ejemplo, los templos pentecostales se llenan cada vez más.

En general, se puede decir que la decisión de ir a los templos depende mucho de lo que las personas sienten que el lugar tiene que ver con ellas y de alguna forma les pertenece. Lo que, de hecho, ocurre con otras instituciones, como por ejemplo, las escuelas, donde muchas veces los alumnos van, pero de manera indiferente, cuando no destructiva.

Y hay también, en muchos casos, una demanda por mayor intimidad, por grupos menores y menos asociados a una institución, pues una de las características relativamente común de nuestra época es cierto rechazo a las instituciones, incluidas las religiosas. Hay ejemplos históricos, sin embargo, en que dicotomías como esa entre instituciones y experiencia religiosa no es destacada, de modo que no sabemos cuál será el resultado de ese proceso. Inclusive porque la tendencia a dudar de las grandes dicotomías constitutivas de la modernidad occidental también está presente; cuando no una duda epistemológica más general en cuanto al propio modo de pensar la base de las oposiciones binarias.

–¿Cómo se manifiesta este fenómeno en las prácticas religiosas de los fieles, en cuanto a los preceptos morales, los ritos, etcétera?

–También varía, pero sugiere la demanda tanto por ritos más entusiastas como por los que proponen lazos personales de intimidad. El efecto sobre los preceptos morales constituye, sin duda, una buena influencia de búsqueda. De cualquier forma, señala que no debemos restringir muestro análisis a las instituciones o imaginar que ellas abarcan el conjunto de la vida social. De esta forma, hoy se critica a la propia noción de sociedad, que tiende a cambiarse por otras, como socialidad, que indica mayor apertura y menos pretensión de totalidad. Todo eso como parte de una reevaluación de los propósitos de las ciencias sociales, valorativos e indicativos de un proyecto de vida social que hoy se ve asociado a un cierto eurocentrismo.

–¿Cuánto influye en estos cambios el crecimientos de las iglesias evangélicas pentecostales?

–El crecimiento de las iglesias evangélicas pentecostales es un fenómeno muy generalizado de nuestra época, desafiando los que imaginaban que tendríamos o el debilitamiento de la religión o el predominio de las religiones más “racionales”. El testimonio de los antropólogos en gran parte del mundo es impresionante.

En muchos casos hay un traspaso para esas iglesias que vacían a las más tradicionales, que muchas veces reaccionan abriendo un espacio para ese estilo de religiosidad en su interior, como es el caso del movimiento carismático en la Iglesia católica. Aunque se trate de un crecimiento que no necesariamente va a captar sus adeptos en otras iglesias. De cualquier forma, es una de las transformaciones más visibles del panorama religioso en nuestra época.

También hay que señalar sus efectos extra-religiosos, como el estímulo a la mejora material o a la reorganización de las familias y comunidades en situaciones difíciles (como es el caso de las favelas cariocas), así como su presencia en la política. Todo eso está relacionado con el tema de los efectos sobre los preceptos morales que mencionaba antes.

–El concepto de “mercado religioso” se asocia a la sociedad de consumo, con un “modelo norteamericano”, a través de los grupos pentecostales o carismáticos, y un “modelo europeo”, más vinculado a experiencias privadas. ¿Cómo se evidencia esta situación en la actualidad?

–Esa relación a un modelo europeo –como clasificación– se vincula más a una religiosidad que pasa de generación en generación en el seno de una tradición, mientras que el llamado modelo norteamericano –siguiendo con la clasificación– se asocia más a una libre elección individual que atraviesa tradiciones, no es transmitida en el seno de las familias y seguramente se asocia a una cierta inestabilidad de las opciones, que guarda analogía con la llamada sociedad de consumo.

El modelo europeo continúa presente y constituye, por así decirlo, una “minoría silenciosa”, sin dejarnos engañar por su supuesto carácter privado, ya que es heredero de importantes tradiciones públicas; a la vez que el norteamericano, más evidente, parece prevalecer sobre todo entre los jóvenes, muchas veces pareciendo cumplir un papel similar al que algunas décadas atrás se asociaba al activismo político. Sería importante la realización de búsquedas con mayor profundidad temporal para que conozcamos mejor las tendencias. Como también que no exagerásemos su importancia que no deja de ser una entre otras maneras posibles de organizar nuestros datos.

–¿Podría trazar un paralelismo entre la religión y la política? ¿Por qué el término “fundamentalismo” contiene una carga condenatoria?

–Un posible paralelo es el papel que para muchos jóvenes representa la religión en contraste con el de la política en tiempos pasados. A pesar de eso, es esencial señalar la importancia creciente en el mundo de hoy de lo “religioso-político”, o sea, una simbiosis entre la religión y la política. Muchas veces, eso es asociado a fundamentalismo, pero en verdad, parece tratarse de un fenómeno más amplio. El fundamentalismo clásico protestante pretende guardar cierta distancia en relación a la política.

El fundamentalismo es, en general, asociado a un cierto literalismo, pero también a una actitud atrasada, premoderna, lo que no parece totalmente correcto: mejor sería considerarlo moderno, mismo cuando aparezca como reacción a determinadas modernidades que se presentan como antirreligiosas.

Fundamentalismo es, seguramente, una forma del observador –a la rebeldía de las categorías de lo observado– referirse a una tendencia literalista y a una cierta intransigencia en su defensa. No obstante, no deja de ser un ejercicio saludable preguntarnos sobre nuestros propios “fundamentalismos”, seguramente ocultos porque están naturalizados. Pensemos, por ejemplo, en la presencia del catolicismo en la vida pública de nuestro país de una manera que porque estamos acostumbrados, no cuestionamos, pero que podemos relativizar –o por lo menos darle complejidad– el pretendido carácter laico de la organización del Estado.

–¿Cómo analiza este fenómeno que comenzó a darse en los últimos años de que Brasil, el país con más católicos en el mundo, “exporte” religiones afro, como el candomblé, e iglesias pentecostales?

Esto se asocia a lo que ocurre dentro de Brasil, donde por un lado muchas religiones que no son católicas crecen de modo significativo y donde también una cierta hegemonía católica que ocultaba esas otras religiones –que en su mayoría no son tan nuevas– se debilita. Ese fenómeno, de hecho, guarda parentesco con otros movimientos semejantes, como los de la afirmación étnica de negros e indios rompiendo con la ideología del mestizaje. En cuanto a su exportación, es un fenómeno que exige más búsquedas para que lo conozcamos mejor.

Ciertamente, asociarse a una visibilidad creciente que el país viene alcanzando en los últimos tiempos, así como un fenómeno inusitado para nosotros –a esa escala– de emigración de brasileros. Pero precisamos profundizar y refinar esas percepciones, ya que muchas veces esos procesos desafían nuestras categorías usuales de análisis, como la de cultura. ¿Cómo explicar a partir de ahí, por ejemplo, fenómenos como Pablo Coelho, cuya popularidad, a pesar de la desconfianza de los intelectuales, parece no conocer límites?.+ (PE)


Germán Ferrari (*)
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=3715
(*) Germán Ferrari es Jefe de Redacción de la revista NÓMADA, de la UNSAM, (Universidad Nacional de San Martín) de Argentina.
Traducción: María Cecilia Ferrari

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