sábado, 28 de junio de 2008

Misas sin cura

Si observamos de cerca, el punto clave de una reforma en profundidad de la Iglesia es la magia y el clero. Lo que representa el virus de la magia en la ideología religiosa, lo representa el estamento jerárquico en su organización: ambas realidades pervierten la médula misma del evangelio Una alternativa a estas dos realidades se están haciendo realidad cada día más en las misas sin cura. Y en A bote pronto se me ocurren estas observaciones:

1.- Como en tantas ocasiones, no esperemos a que nos llegue de arriba algo que depende de abajo. Las comunidades son organismos vivos y no es preciso pedir permiso para vivir. Por otro lado ¿quién puede señalar en el devenir de la iglesia alguna nueva ley, o norma liberalizadora de algo, que no haya sido precedida por una costumbre anterior contra o fuera de la ley. La lengua popular en la liturgia, la comunión bajo las dos especies, o en la mano, la vestimenta civil en curas y religiosos, etc. De modo que lo quiera o no la Jerarquía , acabará aceptando lo ahora inconcebible cuando haya prevalecido la costumbre contraria.

2.- Lo de las misas sin magia y sin cura en teoría es ya realidad práctica aunque todavía tímida y minoritaria. Los obispos saben de sobra que comienzan a proliferar, al igual que los curas casados o que viven en pareja. Y, al parecer, desvían la mirada para otro lado y sólo piden discreción. Últimamente han sido ordenadas como sacerdotes o sacerdotisas católicas unas cuantas señoras. En otras iglesias cristianas el hecho es ya normal; en la nuestra llegará a serlo por mucho que se resista la jerarquía, el movimiento es imparable . Sucederá como con la prohibición de los anticonceptivos, que cualquiera los usa sin problema de conciencia. Me cuesta no sonreír imaginando a Pío IX, Pío X, Pío XII, Juan Pablo II o Benedicto XVI, entre muchos otros, echando una ojeada a la tierra desde el cielo de aquí a unos años. Si ello fuera posible en el cielo se morirían de la vergüenza contemplando el nulo efecto de sus esperpénticos argumentos contra las libertades modernas, la evolución de las especies, los anticonceptivos, matrimonios homosexuales, las leyes de divorcio, el casamiento de los curas, la ordenación de mujeres, las misas sin cura, etc. La lista de despropósitos es interminable hacia atrás en la historia. Ello mismo, a medida que nos despierte el sentido común, impedirá que prosiga hacia delante: el desprestigio de su magisterio tal vez les haga callar.

3.- Lo de la misa sin cura, por muy extraño que parezca es lo que más va a propiciar los cambios de fondo. Estoy constatando que el fenómeno se extiende: se multiplican los casos de eucaristías presididas y animadas por curas casados y, más aún, por “simples” laicos ya sean varones, ya sean mujeres. Son hechos y contra los hechos no valen razones, contra facta nihil. Pero es que además los hechos son portadores de mucho significado.

4.- Es inútil que la jerarquía reaccione asegurando que tales comportamientos se sitúan fuera de la iglesia. Cada día Son más quienes no le creen ni entienden justificados tales criterios sobre la pertenencia a la iglesia o sobre su unidad. No es inteligente, señores, patalear contra el viento. Crece el número de seguidores de Jesús a quien sobran todas las leyes y nos bastan Jesús y los hermanos.

5.- Decía que lo de las misas sin magia y sin cura a mi modesto entender, es lo más significativo de por dónde se van a superar los otros problemas y se van a dejar atrás las metas que hoy todavía perseguimos. Si ya no acudimos al ‘confesor' y ahora dejamos de hacernos problemas en cuanto a esa necesidad de juntarnos entre hermanos para la “fracción del pan”, es decir, para el más bello gesto comunitario de compartir el alimento como símbolo de vida compartida (que en eso consiste la 'presencia real' de Jesús) ¿Qué papel le queda a la jerarquía? Ya ha perdido el poder de dominación del pensamiento y de las conciencias: ¿cuántos cristianos leen documentos papales o pastorales episcopales? (Por cierto ¡menudo esperpento el reciente catecismo universal abreviado!) Pues bien, en cuanto pierdan el poder mágico sobre “el cuerpo y la sangre del Señor”, se habrá acabado el poder sagrado, que eso significa jerarquía.

6.- Todo llegará. Pero que nadie se alarme. Las comunidades cristianas, no menos -¡ni más!- que cualquier grupo humano es realidad viva pero articulada. Jesús rechazó cualquier tipo de poder ¿Lo de los jefes de las naciones? ¡Nada de eso entre vosotros! San Pablo habló de carismas o aptitudes al servicio de la comunidad. Todos tenemos algo en qué servir a los demás. Por eso toda la comunidad organiza sus coordinadores, escucha a sus mayores (sus presbíteros), envía a sus delegados a otras comunidades ....y hasta llegará el día en que alguna buena persona, estilo Dalai Lama, en alguna modesta vivienda, simbolice la unión de todos los cristianos. Pero de ahí a asegurar que la verdad y el poder de Dios, por revelación y disposición suya, se han materializado en un cuerpo de sacerdotes...hay un abismo. No cabe duda que poderes y jerarquías son algo abiertamente en contra del evangelio y el estamento jerárquico, tal como hoy está organizado y funciona, es el colmo de la perversión.

Juan Luís Herrero del Pozo

27.06.2008

http://somac.galeon.com/

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