miércoles, 9 de septiembre de 2009

Golpe militar: Lecciones aprendidas

Juan Almendares

La primera lección derivada del golpe militar nos ha hecho sentir y pensar en la necesidad de liberarnos del poder responsable de la historia de sufrimiento del pueblo hondureño. Su esencia es la perpetuidad de las estructuras del poder económico, político, ideológico y militar del siglo XX con algunas variantes en el siglo XXI. Defender la impunidad de los viejos y nuevos torturadores, asesores y autores intelectuales de la Doctrina de la Seguridad Nacional de los años ochenta; para quienes el enemigo interno son los y las dirigentes y miembros del Frente de Resistencia Nacional Contra el Golpe Militar.

El enemigo externo corresponde a los gobiernos y pueblos libres y solidarios de América Latina y amigos de Honduras.

El golpe militar es parte del plan de prevención y acción contra los pueblos y gobiernos que se enfrentan al poder del coloniaje occidental representadas por los aparatos y discursos: jurídico, político-económico, ideológico, militar, teológico y mediático (ver en la segunda lección aprendida).

El aparato y discurso jurídico se basa en la ley petrificada por la clase poderosa del país que considera que la Constitución es Dios. La toga jurista ultraconservadora, se ha modernizado en cuanto al sistema de datos, algunas leyes y reglamentos tanto de los cuerpo legislativos, y Judicial y del Ministerio Público, bajo la concepción neoliberal y la conducción pedagógica estadounidenses del ”Rule of Law”.

El aparato y discurso económico y político considera al golpe militar como un acto salvador de la democracia. Sin embargo los golpistas violentan la Constitución al secuestrar y expulsar el Presidente Manuel Zelaya Rosales legal y legítimamente electo por los hondureños.

La ruptura del orden constitucional desenmascara la existencia de la santa alianza jurídico política económica y militar integrada por : la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio Publico, El Congreso Nacional, La Procuraduría General de la República, El Tribunal Electoral , el Tribunal de Cuentas, el ejército, la policía, las clases dominantes, las jerarquías eclesiásticas y evangélicas, el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, las partidocracias liberal- nacionalista y los pequeños partidos PINU y Democracia Cristiana.

Entre las primeras acciones del Gobierno de facto han sido: restituir y garantizar el monopolio de las petroleras, facilitar el despido masivo de trabajadores, el principio del libre mercado, la propiedad privada y la privatización de los servicios públicos del Estado, otorgándole todo el privilegio a la oligarquía, la burguesía y al capital financiero internacional en perjuicio de las capas medias y las clases menos favorecidas. Es la ley del poder de los ricos contra los derechos de los pobres, que desde la antigüedad griega se conoce como Plutocracia.

El aparato y discurso ideológico parte de la premisa de generar el odio y la violencia al calificar a todos los que están en contra del golpe como: subversivos, terroristas, comunistas, enemigos de la paz y de la democracia y por lo tanto, según ellos deben ser detenidos, encarcelados, torturados. Sin embargo los responsables del golpe son: “demócratas, patriotas y respetuosos de los derechos humanos y ciudadanos bien portados”. El gobierno de facto y el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos han proclamado que el golpe militar no ha violentado los derechos humanos.

El Aparato y discurso militar –policial-. Las Fuerzas Armadas que dominan las policiales; se definen como apolíticas, obedientes y no deliberantes, respetan a Dios y a la Constitución bajo el lema: Dios Patria y libertad. Han sido creadas para la guerra, es decir para matar. Coexisten humilladas con las tropas militares de EUA que ocupan nuestro territorio.

Al no existir guerras contra Honduras han servido como mercenarios en República Dominicana, Haití e Iraq. Han participado en maniobras militares, y en actos de tortura cumpliendo fielmente las enseñanzas de los maestros de las Escuela de las Américas. Son expertos en la guerra contra sus propios hermanos y hermanas. Por eso cada vez que gestan un golpe militar les dan el titulo de Héroes Nacionales.

El belicismo contra el pueblo no sólo es con las armas convencionales; sino también con la guerra psicológica, la estrategia de conflictos de baja intensidad y la guerra irregular. Son excelentes francotiradores para matar jóvenes, expertos en el manejo de las bayonetas para apuñalar más de cuarenta veces el cuerpo juvenil de miembros de la resistencia. Se han entrenado para usar las tanquetas, fumigar con gases picantes, bombas lacrimógenas que no solo hacen llorar sino que ocasionan aborto en mujeres; utilizan garrotes o bates para golpear duramente los cerebros y asesinar con sus fusiles a estudiantes y maestros.

La misión, discurso ético y teológico. La alianza de las jerarquías católica y evangélica con el ejército y el poder económico que ha estado oculta, se han puesto en evidencia con el golpe militar. La alianza no corresponde a la unidad ecuménica con la iglesia del Jesús de pobres. Es la unidad de la Iglesia con los ricos y militares, contra de los pobres. Los jerarcas han hecho caso omiso de las violaciones a los derechos humanos de sus propios feligreses. Se han silenciado ante las golpizas a mujeres embarazadas, ancianas y ante los crímenes del golpe militar. Enmudecidos ante las persecuciones de sacerdotes, pastores y la militarización radio Progreso de la Compañía de Jesús. Dirigen y controlan el Consejo Anticorrupción, sin embargo se hacen de la vista gorda frente a uno de los mayores actos de corrupción: el golpe militar. Los militares y policías golpistas se sienten eximidos de toda culpa porque los protege la ley terrenal, la bendición celestial y el derecho canónico de las jerarquías católica y evangélica.

El golpe nos ha enseñado que los crímenes de lesa humanidad se pueden cometer bajo el falso amparo de Dios, paz, democracia y diálogo. En contraste con lo anterior la Resistencia Nacional contra el Golpe Político Militar se ha convertido en la nueva esperanza de Honduras y ha demostrado que el pueblo es más espiritual, fuerte y grande que el ejército y todas las fuerzas golpistas.


Juan Almendares
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