De un tiempo acá se han intensificado los esfuerzos por darle una vuelta total a los postulados tradicionales de la fe. Y no tan sólo en el ámbito de la discusión doctrinal sino también, y eso es lo que me parece más importante, en el de la difusión. Bienvenidos sean todos esos esfuerzos, por más que a mi ver de poco sirven en el mundo presente. Intentaré explicarme.
Por supuesto que el mundo católico necesita librarse de esa teología trasnochada que ni de reojo se atreve a mirar por el catalejo de la ciencia como no sea con la oculta intención de reafirmarse. Pero tal como lo vemos desde fuera, salvo honrosas excepciones, ese mismo colectivo humano que parece esforzarse en ponerse al día sigue creyendo más en Cristo que en Jesús, y en éste más que en lo que dicen los evangelios que predicaba. La eucaristía sigue siendo el rito común de todos los católicos, pese a todas las discusiones teológicas sobre la presencia real o no del mismo Dios bajo las formas del vino y del pan, y el Padrenuestro su oración por excelencia, por más que se cuestione la oración de petición y se discuta sobre la credibilidad de un Dios providente. Unidad pues en el mundo católico, por más que con algunas diferencias de pensamiento que vistas desde fuera pocas cosas cambian. Y para garantizar que en realidad nada cambie, ahí tenemos la liturgia, esa gran muralla de contención que hay en el lado religioso justo al borde del abismo, la cual nadie que no se rinda ante la magia sacramental puede salvar.
El abismo entre el mundo religioso y el profano persiste pues aun a pesar de todos los matices de última hora. Dios, ese término ambiguo donde los haya, aparece por doquier a modo de comodín en el lenguaje. Unas veces como el origen de la vida, otros como un ser personal que ocupa un lugar principal en la mente de la persona creyente. Y en último término está la identidad de la persona, algo a lo que nadie puede renunciar, sea creyente o increyente. El diálogo se presenta, pues, muy difícil, y hay que andar con pies de plomo para no herir a nadie.
Tal vez lo mejor sea no intentar diálogo alguno. Que cada cual se quede donde está y haga a su aire su camino. Si se coincide, bien, y si no santas pascuas. Pero que nadie se llame a engaño, que tan santas no van a ser. El mundo está «patas arriba» (Eduardo Galeano) y va a hacer falta reunir todas las fuerzas posibles para lograr enderezarlo algún día. Por esto abrí un blog que titulé LA HORA DEL GRILLO y puse en él un pedido de aportaciones que sirviesen a la vez para las gentes creyentes y no creyentes, para aunar fuerzas. Pero bueno, se ve que unos y otros no somos capaces de renunciar a nuestro discurso apologético. Yo el primero.
Desde hace ya algún tiempo tengo guardado en una carpeta un escrito que titulé en un principio “Plegaria agnóstica” y luego retitulé como “Certezas del más allá”, y que finalmente guardé. No pensaba publicarlo en parte alguna justamente por esto que estoy diciendo, por el tono apologético que tiene, se mire como se mire. Pero lo haré mañana, hoy no, para no acaparar la página. Lo postearé en PLATAFORMA DE ENCUENTRO, este espacio que cada vez veo más inútil porque me siento cada día más incapacitado para entenderme con nadie que no sea por lo menos tan ateo como yo.
Entiendo que desde la óptica religiosa sea inaceptable la idea de estar viviendo en una nube, y esto ya es motivo suficiente para que pida yo disculpas ahora mismo por haber utilizado esa imagen. Pero lo que sí tengo por cierto es que poco o nada ofrece el catolicismo al mundo actual como no sea la posibilidad de aceptar su pensamiento religioso. Un pensamiento que no sirve hoy para nadie que no sea ya de antemano creyente.
Me duele en lo más hondo, y me parece que me va a seguir doliendo de por vida que el mundo católico no se plantee seriamente cómo llegar al corazón de las personas que están creciendo ahora, no para catequizarlas que es lo que hace o por lo menos intenta, sino para ayudarlas a crecer humanamente.
Y acabo ya. Acabo confesando que no me es fácil dialogar con personas creyentes. Tal vez porque es un diálogo difícil y yo no estoy capacitado para tanto, o tal vez porque es un diálogo punto menos que imposible, aunque espero que no. Como he dicho en diversas ocasiones, y concretamente en “Universo de burbujas”, kaos 14/7/2007, «los humanos vivimos encerrados en guetos, en gigantescas burbujas de seres afines que determinan mundos», un encierro que «nos aísla, que nos impide colaborar, o que incluso muchas veces nos enfrenta». Bueno, pues veremos qué pasa. Ahí está ese blog de LA HORA DEL GRILLO esperando aportes.
Luz, Gozo y Paz a todas y a todos.
Pepcastelló