Es hora de panes en la boca
color en el papel
y ríos en los surcos
marcados por la sed.
Hora de ir juntos,
mano en mano
como hermanos y hermanas
a descubrir la esencia
de las cosas buenas
y poner una flor
justo en la mira
con que apunta el fusil.
Hora de declarar a la mar
más valiosa que el oro
y retomar de una vez
lo bellamente humano
que habita en nuestro verbo.
Hora de componer a coro
un himno a la existencia.
Hora de alentar la luna
hasta la tibia redondez
de su vieja ternura.
Hora de seguir los rumbos
de Cristo.
Hora de sacarnos
el alma del bolsillo
y ponerla en las alas del grillo
cuando le canta su verdad
al mundo.
Iris María Landrón Bou