Tus lágrimas caen donde hubo una laguna azul,
la de siempre
donde brotaban miles de fantasías juveniles.
Siempre, cada instante
se formaban círculos concéntricos
de las aguas mansas y de los torrentes que nos dan la vida
Hoy no existe lago ni laguna
son los cráteres que dejó la guerra
y vi en tus ojos llorosos,
sin poder contener tus gemidos.
Me miraste amargamente,
eran preguntas,
¿ por qué se desatan las tormentas?
¿las de afuera y las que destruyen
los más caros sentimientos?
Miraba yo el lago y escuchaba sus palabras,
era contar la vieja historia,
la historia de ayer que fue así.
Ella me abrazó fuerte, muy fuerte
Como una plegaria en la que invocaba el valor de las mujeres y los hombres.
Ellos, que revivirán la laguna
limpia y sana
donde no puedan habitar jamás los míseros
que se dicen sanos y puros.
Fue como un presentimiento,
estamos viendo como vuelve la pura laguna
y se llenan de colores las siempre vivas que la bordean.
Es así : una pareja se deshacía en abrazos y en consejos
mientras llevaban en su cinto la metralla y
en su corazón el eterno juramento.
Daniel Malach, luchador popular, poeta,
Enero 2008