miércoles, 29 de abril de 2009

Mujeres en Latinoamérica. Cuatro voces feministas (II)

Anred-Sur *

Cuatro preguntas a cuatro compañeras feministas

Entrevista a RUTH ZURBRIGGEN, integrante de la Colectiva Feminista "La Revuelta" (de Neuquén) y junto a otros grupos feministas del país estamos en proceso de construcción de una Red de Colectivas y otras/xs: Feministas Inconvenientes.

1. ¿Cómo describirías la situación en que nos encontramos las mujeres hoy?, ¿hay algún tema que consideres prioritario?, ¿existe una "especificidad" de las mujeres en Latinoamérica?

- Me resulta difícil dar una respuesta a tanta pregunta. Supongo que según dónde pongamos el foco del análisis los abordajes acerca de la situación de las mujeres hoy pueden variar, complejizarse, encontrarse, distanciarse. Suelo correr el riesgo de buscar respuestas congeladas sobre la(s) dominación(es) y la(s) resistencia(s). Intentaré ciertos movimientos. Pienso en la pregunta y no puedo dejar de ubicarnos en los contextos globales del heteropatriarcado capitalista, racialmente estructurado, inmerso en relaciones de dominación que producen y reproducen nuevas colonizaciones. En un mundo de patriotismos, nacionalismos y fundamentalismos exacerbados todo se convierte en muy difícil para las mujeres. Y desde esta generalidad, también pienso en las complejas intersecciones constitutivas de relaciones amplias de subordinación y opresión a las que se enfrentan y nos enfrentamos mujeres concretas en el día a día. Que responden a cuestiones relacionadas no ya con el género sino con los géneros y las clases sociales, pero también a otros engranajes de una maquinaria que diseña y promueve constantemente desigualdades de diversa índole. Vivimos en un sistema que descarta vidas, que ilegaliza existencias, que depreda ferozmente al planeta mismo.

Encuentro estadísticas escalofriantes, vidas y muertes concretas, feminicidios, desaparecidas, cuerpos de millones de mujeres que siguen maniatados al control estatal y de los fundamentalismos religiosos al no contar con el derecho al aborto; miles de jóvenes siguen aspirando a modelos de belleza vendibles para saciar deseos masculinos; todavía hay países donde las mujeres viajan en los baúles de los autos; el maltrato y la discriminación matan más que el terrorismo; las víctimas de violaciones, las desplazadas, las secuestradas y prostituidas; las que intentan sobrevivir con un dólar por día; las lesbianas y bisexuales imposibilitadas las más de las veces de visibilizarnos para no perder los trabajos; las mujeres ganando menos que los varones por el mismo trabajo; la falta de viviendas y servicios básicos como el agua; la precarización de las vidas es mucho más que un síntoma en los tiempos que corren donde los derechos sociales se han convertido en responsabilidades individuales. Y más aún, en temas de placeres, cuerpos y sexualidades hay apropiaciones que no tienen límites, hay mujeres que mueren sin saber que tienen clítoris. Y veo también a muchas mujeres ejerciendo los modelos patriarcales más horribles. No me gusta hablar de la situación de las mujeres, sin hacer ciertos cruces en relación con otras desigualdades impuestas en razón de clase, edad, etnia, deseos u orientaciones sexuales, etc.

En el Encuentro Nacional de Mujeres de Córdoba del 2007 cantábamos: No nos unen las vaginas, las inconvenientes no votamos a Cristina, ni a Lilita. Para mí esta consigna sigue tan vigente como entonces. No adhiero a la idea esencialistamente mujeril. Y sigo con la lista, algo en lo que pienso mucho: vislumbro todavía muchas trabas subjetivas para dejar de pensarnos en relación con los varones, para lograr que la masculinidad y sus parámetros no sean las varas con las que medirnos. La lista no se agota, pero a la vez es evidente que porfiadamente muchas/xs seguimos intentando cambios, luchando, resistiendo y que hemos alcanzado importantes derechos y reconocimientos impensables hace apenas unas décadas, a fuerza de pelearlos, sin duda, pero que significan otros posibles para nuestras vidas concretas. Y, si bien suena a poco, también contamos con herramientas legales; aunque la letra de las leyes en este sistema seguirá siendo letra (y muerta) mientras las mujeres no alcancemos y nos propiciemos otras subjetividades, otras autonomías e independencias para lograr ciudadanías plenas.

Al pensar en la situación de las mujeres no puedo dejar de pensarme a mí misma, intentando comprometerme con desafíos intelectuales que nos lleven a saberes y prácticas políticas más reflexivas y críticas, aunque esto muchas veces resulte peligroso y arriesgado porque me topo con los muros de mi propio pensamiento, con las herencias de cierta ortodoxia activista. Y prefiero la política de la localización a los universalismos ahistóricos que todo lo generalizan. Política que pone en primer término a la comprensión de la especificidad de los conocimientos y posiciones situadas. Pertenezco a una generación de mujeres con una historia particular. Mi bisabuela nunca pudo ejercer el derecho al voto (lo digo en términos de negación de derechos políticos, porque en estas democracias in-sustantivas el mecanismo del voto y lo que con ello se avala es, cuanto menos, revisable); mi abuela materna -dictaduras de por medio- creo que sólo una vez entró a un cuarto oscuro y apenas concurrió tres años a la escuela primaria; mi madre utilizó métodos anticonceptivos sólo cuando, luego de su octava hija/o, logró que un médico piola (top secret) le ligara las trompas, pero es una mujer que ante la pregunta de "¿Por qué no te separaste?" todavía responde con un "¿Qué iban a decir en el pueblo? ¿Quién le lavaría la ropa a tu padre?". Miro esa línea y veo tanta discontinuidad con mi propia existencia vital que digo claramente que soy otra. Tuve otras posibilidades, hubo otras que las habilitaron pero también hice y hago mucho para seguir habilitándomelas. Y son discontinuidades hacia una vida más libertaria, no me caben de dudas de eso. Me animo a pensar que eso ocurre con muchas mujeres. Hay autoras/es que definen la historicidad como una especie de sensación de que las cosas ya nunca volverán a ser lo mismo porque se han abierto nuevas posibilidades al tiempo que muchos viejos esquemas se han hecho trizas. Decía antes que según dónde enfoques habrá tantas respuestas como puntos de fuga hagas prevalecer al intentarlas. Por ejemplo, si al reflexionar sobre esa pregunta pensás en el poder y en la concepción que tengas del mismo, las posibles respuestas cartografiarán diferentes trazos y especulaciones. Pensando en el poder del heteropatriarcado capitalista, no hay dudas de que las mujeres y muchos otros sujetos oprimidos y discriminados vivimos en tiempos de destrucción y avasallamientos pocas veces vistos en la historia de la humanidad. Sin embargo, entendido el poder como una trama de relaciones, como algo móvil, sin fijeza, distribuido en redes que se difuminan, las reflexiones sobre la situación de las mujeres me lleva a pensar en lo que podemos, en lo que deseamos, en lo que hemos podido y queremos seguir pudiendo, en lo que imaginamos para transitar la vida. En lo atrevidas, en la bienvenida inconveniencia de nuestras prácticas políticas que nos conducen a intransigencias semánticas para las intrincadas esferas de nuestras vidas privadas y públicas. Y me resulta evidente que uno de los efectos del capitalismo globalizado es una mayor visibilidad de los asuntos de las mujeres en la escena social y política, el espacio de lo privado y lo público se desdibuja a partir de denuncias, reclamos, resistencias… esto está también.

2. ¿Qué significa para vos ser feminista hoy?, ¿cómo ves a los feminismos en la actualidad?

- Entre otras cosas significa decir no y hacer de ese no una fuerza de resistencia decisiva y creativa. A la idea de ser feminista prefiero pensarla desde un estoy siendo feminista. Es la indagación constante por pensamientos y epistemologías que horaden todo el tiempo y a cada momento las naturalizaciones, las jerarquizaciones, los autoritarismos, el imperialismo de pensamientos dogmáticos. Pretendo un estar siendo feminista, aun sabiendo que el feminismo no explica el conjunto de problemas de las sociedades actuales. En todo caso ofrece posibilidades. Y sobre todo posibilidades de pensar los escenarios micro-políticos de intervenciones, la búsqueda imperiosa por cambiar el estado de cosas en su manifestación más cotidiana, politizar la vida toda hasta límites impensados para propiciarnos revolucionar todo lo que estamos siendo. Hacerle lugar a la micro-política para que las versiones ortodoxas de las formas de hacer política plagadas de hipocresías, misoginia, sexofobia y homo-lesbo-bi-travestofobia (incluyendo, mal que nos pese, a ciertas versiones de la izquierda organizada) no se queden con nuestros pensamientos y actuancias. Correr riesgos es también estar siendo feminista, riesgos que nos colaboren para extender todos los límites. Politizar las relaciones humanas, nuestras corporalidades, nuestros deseos, nuestras sexualidades, para hacer estallar las lógicas de sentido común construidas y todas las normativizaciones. Estar siendo feminista es parte de mi apuesta por ser libre hasta de mí misma ¿será posible ensanchar las libertades hasta esa línea de fuga? Ojalá…

3. ¿Podrías comentarnos de qué manera concebís a la lucha feminista?, ¿pensás que el feminismo puede ser una contribución a la lucha por la transformación social?

- La lucha feminista por la que abogo pretende hacer entrar todo en la esfera de las preguntas y respuestas. Es la manifestación del disenso, pero disenso como construcción de una multiplicidad de mundos. Es una lucha que busca y provoca mutaciones. Esto en pos de pensar en qué nuevas formas de radicalidad podemos producir. No exagero si digo que mi existencia, seducida por la proclama de que lo personal es político, está dedicada a la búsqueda por trasformar este estado de cosas. Incluso muchas veces esa búsqueda es a tientas y a ciegas. Y qué tipo de feminismo ¿no? El feminismo tampoco es un todo inacabado y unívoco; de hecho hace falta insistir en la idea de los feminismos. Dicho esto, sí que contribuyen los feminismos, de lo contrario ya habría emigrado… y lo más impresionante para mí, que para llegar a estos pensamientos tuve que lograr dislocar muchos otros, es que colabora en transformarte la vida ahora, la que está siendo, la que estás viviendo (aunque hagan falta transformaciones a nivel macro-político que pongan todo patas para arriba, si querés), queremos transformar las injusticias en el día a día y desde el aquí y ahora. Arriesgarnos a devenir otras a partir de las luchas que gestamos, a no conformamos. Soñamos con evitar nuestros propios estancamientos políticos. Esto que estamos siendo busca transitar el nomadismo propuesto por Rosi Braidotti. Ella explicita que el nomadismo refiere al tipo de conciencia crítica que se resiste a establecerse en los modos socialmente codificados de pensamiento y de conducta. Intentar la subversión de todas las convenciones establecidas. El cuestionamiento persistente y tenaz en todos los órdenes de nuestras vidas es -a fin de cuentas- lo que anuncia el porvenir de nuestra revuelta. ¿Seremos capaces de seguir atreviéndonos a ello? Quizás un punto del que asirnos para esto sean las configuraciones de articulaciones que eviten disociar la micro-política de la macro-política; para que todo lo que tiene de intolerable esta época de heteropatriarcado capitalista y globalizado nos permita nuevos modos de sensibilidad y deseo capaces de imaginar otros mundos posibles.

4. ¿Cuáles serían para vos los desafíos del feminismo en la actualidad?

- Apenas algunos: opino que hacen falta intentos para que las agendas de los géneros y las sexualidades dejen de ser aplazadas ante la urgencia de los llamados enemigos principales. La búsqueda permanente por articulaciones en las que reconozcamos que las marcas de opresiones y desigualdades no son atributos fijos y estables, sino inseguros y contingentes, que pueden deslizarse en las luchas y prácticas concretas. La búsqueda inquisidora por dejarnos desafiar por esquemas que no supongan que las fragmentaciones debilitan la supuesta "unidad política". Quizás sean tiempos de identificación de las situaciones particulares de desigualdad, opresión y exclusiones, para ver cómo ésas se interconectan con otras exclusiones y producir articulaciones políticas que modifiquen posiciones y dialoguen sin renunciar a las diferencias, pero donde se dinamiten las jerarquías de todo tipo. Organizar y propiciar otras visiones. Feminismos más mestizos, más fronterizos, más híbridos…

[Próxima entrega: la opinión de FABIANA TUÑEZ, Coordinadora general de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, Espacio Feminista, Social y Cultural, Buenos Aires]


* Agencia de Noticias Red Acción - Sur
http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=38365

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