No es fácil no corear lo que repiten los medios de comunicación. Desde el domingo pasado 2 de marzo repetíamos que la región estaba en conflicto a propósito de una clara traición del gobierno colombiano a la autoridad ecuatoriana. Crisis devenida de la intolerancia del presidente Uribe con las Farc y de su recelo con los procesos de paz que impulsan algunos gobiernos de la región.
Y en medio de la anunciada y proclamada América Latina fragmentada, todos los presidentes de la región se solidarizaron con el presidente Correa, TODOS y TODAS. Todos sentenciaron la gravedad de la acción de Uribe y todos sostuvieron que la soberanía de cada territorio, de una tierra que fue una, se ha de respetar bajo los acuerdos previos de autonomía e independencia y no sobre las urgencias de acciones violentas.
Cada presidente de la región, de una u otra manera, demostró su carácter para decirle a Correa: estoy contigo. Alan García se tomó un avión al día siguiente de la masacre de los hombres y mujeres de las FARC para estar en el Ecuador; Chávez retiró nuestro embajador de Colombia y mandó a hacer lo propio con el de Colombia en el país; Nicaragua rompió relaciones oficiales. Y así sucesivamente. De la tensión, dolor, desconcierto, y peligro en el que colocó Uribe a este lado del continente, le sobrevino no la división sino la solidaridad, las claras posturas de valentía. De ahí los resultados de la reunión de Santo Domingo. Por cierto, el Grupo de Río es un mecanismo permanente de consulta y concreción política; no económica ni comercial. Es decir, para preocuparse y ocuparse de asuntos relacionales e ideológicos de sus países miembros. Dialogar y resolver aquí, en nuestra región, nuestros asuntos, ideas y problemas. Nunca antes cumplió mejor su papel. Pues esa no es propiamente la función de
¿ Por qué ningún titular de prensa destacó los gestos de solidaridad como signos de integración latinoamericana? ¿ Por qué se silencia una clara condena a las invaciones de teritorrio y sólo se descataba la posible guerra? ¿Cuándo la palabra sincera, la postura desde el dolor, la disposición del afecto, el reclamo a las mentiras diplomáticas y el deseo histórico de unidad imperó en las relaciones políticas de América Latina, de Europa, de cualquier lugar del mundo?
Y superando el pronóstico de
Y en lo acontecido en Santo Domingo hubo muchas sorpresas en la rapidez de “resolución” de las tensiones, pero lo sucedido es fruto de muchos años de búsquedas de una América Latina integrada, de tiempos de develamientos de las intenciones imperialistas, de pueblos resistiendo al capitalismo y la opresión. Esa historia que bien relata Chávez una y otra vez ha dado a luz presidentes, presidentas, valientes, sensibles y socialistas. Los resultados de Santo Domingo son el fruto de una reunión donde NO HUBO ningún representante norteamericano, como había en
¿Y qué pasó con el conflicto que teníamos? Por ahora, detenidas las intenciones bélicas y fragmentaciones que desea los Estados Unidos para nuestra región. Seguimos el camino hacia una Latinoamérica soberana y justa, con equidad social bajo las sombras imperialistas; avanzamos por los caminos de la paz y del intercambio de esperanzas, concientes de que se ameritan armas y soldados atentos para contrarrestar las amenazas del norte porque un sur unido es lo que queremos.
Jacquelin Jiménez, rscj