domingo, 10 de febrero de 2008

La batalla contra los cuidacoches

Hay que controlar a los cuidacoches.

Cuidar a los cuidacoches.

Parece que es una contradicción pero, en realidad, se trata de un reflejo racista.

La mayoría de los llamados franelitas son pibes empobrecidos, muchachos que buscan ganarse un peso para sobrevivir cambiando tiempo por algunas monedas.

-Le miro el coche, don -es generalmente el breve ticket oral que ofrecen.

Después vendrán los dueños de esos símbolos cada vez más rápidos y feroces del capitalismo y dejarán ciertos centavos.

¿Cuál es el problema?

Molestan. Meten miedo.

Están mal vestidos porque desde hace tiempo unos pocos les robaron casi todo y se empecinan en seguir vivos aunque los excluyan.

De allí que ahora, con el nuevo gobierno en la opulenta y orgullosa ciudad de Buenos Aires, se aplique la medida de cuidar a los cuidacoches.

Se pone en práctica el prejuicio racista: hay que tener a raya a los negritos. De eso se trata.

El anuncio habla de realizar un censo para saber “si tienen trabajo” y lo llevará adelante el denominado Consejo de Seguridad, en el ámbito del Ministerio de Seguridad y Justicia de la metrópolis.

Seguridad y justicia para detectar si los pibes que cuidan coches “tienen trabajo” porque si eso se descubre habrá sanciones, penas.

No hay preocupación por la seguridad de ellos ni tampoco interés por generar justicia social y conseguir que esas decenas de muchachos tengan un trabajo mejor. No. Al contrario, la propuesta en el futuro mediato es hacerlos desaparecer de las calles. Por aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Porque los cuidacoches son menos importantes que los coches y no tendrían que afear las calles de la Perla del Plata hoy manejada por un empresario siempre vinculado a las élites de las últimas décadas.

-No estamos pensando en aumentar las penas -dijo una fuente consultada por un diario de tirada nacional.

Pero están pensando en penar, en sancionar, en castigar.

¿Por qué un cuidacoche merece sanciones, penas y castigos?

Simplemente porque es pobre.

Además los funcionarios del gobierno de la ciudad autónoma piden que los vecinos denuncien a los que exigen dinero por el cuidado de los autos. Porque está penado por el llamado Código Contravencional. Pero si hay denuncia, habrá investigación y luego, sí, por fin, habrá castigo.

Durante el año 2005, sin embargo, los casos que fueron presentados en juicio no superaron la media docena. Se ve que los cuidacoches no son los temibles delincuentes que algunos creen ver encapsulados en ellos.

Uno de los legisladores del gobierno de la ciudad lo dijo con claridad: "Estamos decididos a ponerle un freno a esta situación... Vamos a ver si se puede ampliar el sistema de la tarjeta azul en algunas zonas de la ciudad y si podemos instalar un mecanismo organizado en los eventos especiales". Ese diputado no está pensando en frenar el avance de la pobreza, sino en echar a los cuidacoches de las calles. Que los pobres y mal vestidos vayan a vivir en guetos y que las calles del centro sean recorridas por los ciudadanos amantes del consumismo, los defensores del orden social injusto y los que creen que la riqueza y la exclusión son cuestiones naturales.

Fuente de datos: Diario Clarín 28-01-08

Carlos del Frade 04/02/08

http://www.pelotadetrapo.org.ar/

Comentarios y FORO…

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